"Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás"
La batalla del Alcázar de Toledo, el encarnizado asedio que forjó una leyenda.
Al poco de comenzar la guerra civil española, se produjo un episodio de heroísmo sin precedente que dejó impactada a toda Europa. En 1936, en el majestuoso alcázar que corona la ciudad de Toledo, 1.300 sublevados resistieron durante más de dos meses el ataque del ejército republicano que llegó a contar con hasta 5.000 soldados. La gesta seria una propaganda crucial para la causa nacional y un símbolo de una de las ideologías de esta guerra fratricida.
El Alcázar antes y después del asedio.
Tras el alzamiento militar contra el gobierno de la república el 17 de Julio de 1936, fueron muchas las ciudades en las que se generalizaron los combates callejeros. Las fuerzas republicanas consiguen sofocar el alzamiento en más de la mitad de España, incluyendo todas las zonas industrializadas. Tal era la situación y la falta de información que, el 18 de julio, el comandante militar de Toledo y coronel director de la Escuela Central de Gimnasia, José Moscardó viajó a Madrid a desmentir los disturbios en Toledo y para recabar información de cómo está la situación nacional en ese momento. Regresado durante la tarde a Toledo, ya conocedor del levantamiento del Ejército de África y del confuso y violento ambiente que reinaba en Madrid, donde pudo ver por la calle civiles armados, acudió a su comandancia y logró reunir la escasa guarnición de 9 cadetes que quedaban en la ciudad, 800 guardias civiles procedentes de toda la provincia y 100 civiles pertenecientes a la falange española. Con ellos unas 550 mujeres y niños todos al mando del Coronel Moscardó.
Durante el 19 y el 20 de julio, el Ministerio de Guerra del Gobierno republicano hizo varios intentos para obtener munición en la Fábrica de Armas de Toledo pero el coronel José Moscardó, responsable de su custodia, rehusaba la entrega. Finalmente se sublevó el martes 21 de julio y proclamó el estado de guerra controlando rápidamente la ciudad. Al día siguiente una columna leal procedente de Madrid al mando del general Riquelme llegó a Toledo y obligó a los militares sublevados a encerrarse en el edificio del Alcázar, sede de la Academia de Infantería.
General Moscardó.
Decidido a que la munición no saldría de Toledo, Moscardó que tenia ya 54 años, disponía de un total aproximado de 1.200 fusiles y mosquetones, dos piezas de artillería de montaña de 7 cm, con sólo 50 proyectiles; 13 ametralladoras Hotckiss de 7 mm, 13 fusiles ametralladores de la misma marca y calibre, y dos morteros Valero de 50 mm con 50 proyectiles. A ello añadir 250 granadas de mano Laffite, 25 granadas de mano incendiarias y unos 200 petardos pequeños de trilita.
Por otro lado las fuerzas republicanas asentadas en Toledo bajo el mando del general José Riquelme, consistían aproximadamente en 5.000 milicianos de la CNT-FAI y la UGT, además de Guardias de Asalto. Tenían varias piezas de artillería, unos pocos vehículos blindados y dos o tres tanquetas. Las Fuerzas Aéreas de la República realizaron tareas de reconocimiento, apoyados por la artillería y bombardearon el alcázar en 35 ocasiones.
Fieles a la república dirección a Toledo.
El 21 de Julio, las tropas republicanas enviadas de Madrid, primero llegaron al Hospital de Tavera, donde fueron rechazadas por las fuerzas al mando del comandante Ricardo Villalba Rubio. Los defensores del Hospital recibieron a las tropas del general Riquelme con fuego de ametralladora, rechazándolos. Esto fue esencial para ganar tiempo y permitir a la guarnición rebelde subir mas munición al alcázar y una retirada ordenada de sus efectivos.
El 22 de Julio, Toledo ya esta totalmente tomada por los republicanos con un total aproximado de 2.500 hombres, frente a los 1.250 del alcázar.
Profanación de tumbas de religiosos en Toledo por soldados republicanos.
El 23 de julio el coronel Moscardó recibió la llamada del representante del Frente Popular Cándido Cabello, quien le comunicó que su hijo de 17 años había sido detenido y si no entregaba el alcázar seria fusilado. Esta fue la conversación:
"Son Uds. responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo, y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y de no hacerlo fusilaré a su hijo Luis que lo tengo aquí a mi lado.
Coronel Moscardó: ¡Lo creo!
Jefe de milicias: Y para que veas que es verdad, ahora se pone al aparato.
Luis Moscardó Guzmán: ¡Papá!
Coronel Moscardó: ¿Qué hay, hijo mío?
Luis Moscardó Guzmán: Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde, pero no te preocupes por mí.
Coronel Moscardó: Si es cierto encomienda tu alma a Dios, da un viva a Cristo Rey y a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte!
Luis Moscardó Guzmán: ¡Adiós, papá, un beso muy fuerte!
Vuelve a coger el aparato Cándido Cabello.
Coronel Moscardó: Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás."
Tras las intentonas republicanas de rendir el Alcázar sin combatir, empezó el sitio. Ya no había cabida para la paz y Riquelme ordenó el constante bombardeó de la fortaleza mediante la artillería de 105 mm y cuatro nuevas piezas de 155 mm. A partir de aquella jornada, raro fue el día en que los sitiados no recibieron decenas de descargas. Un mes después de la llamada telefónica, el hijo de Moscardó fue fusilado junto con al menos otros 40 prisioneros.
Milicianos y soldados republicanos asediando el alcázar.
La situación en el Alcázar era dramática: los alimentos escaseaban, el agua estaba racionada y la moral estaba muy baja. Se producían suicidios y deserciones (en la segunda semana de agosto ya habían huido de la fortaleza 23 personas para unirse a las filas republicanas). Escaseaban los víveres y para mantener alta la moral se creo el diario "El Alcázar" que recogía los comentarios, informaciones y consignas de lo que allí estaba pasando. Esto ayudó además a una organización en bloque para la supervivencia.
El 9 de septiembre, un enviado de los republicanos entró en el alcázar para hablar con el coronel Moscardó acerca de una posible rendición. El coronel la rechazó, pero pidió un sacerdote para bautizar a dos niños recién nacidos durante el asedio y también para decir misa. Vázquez Camarasa, canónigo de Madrid con ideas izquierdistas, entró en el alcázar la mañana del 11 de septiembre y confesó a los sitiados. Este habló con Moscardó acerca de una posible evacuación de las mujeres y los niños. Las mujeres unánimemente contestaron que no querían rendirse y que estaban dispuestas a empuñar las armas para defender el alcázar.
Desde el 16 de agosto, los republicanos habían estado cavando dos minas en la parte sudoeste del alcázar. La mañana del 18 de septiembre, las minas fueron detonadas por orden de Francisco Largo Caballero (histórico dirigente del PSOE), destruyendo completamente la torre sudoeste del edificio. La explosión hizo temblar los corazones de los todos allí presentes. Largo Caballero acudió a ver la operación. Y no fue sólo, sino que llevó consigo a un gran séquito de periodistas internacionales para que, en primera persona, advirtieran como la República acababa con aquella sublevación. Finalmente el efecto fue todo lo contrario, los medios internacionales quedaron admirados con la resistencia rebelde y le dieron credibilidad al bando nacional que podría ganar la contienda. Los republicanos lanzaron cuatro ataques contra el alcázar con la ayuda de carros blindados. El ataque fracasó a causa de la férrea resistencia de los defensores y los mismos escombros que fueron un vital obstáculo para el avance republicano.
Momento de la detonación en el alcázar.
Tras el catastrófico asedio, los republicanos volvieron a su plan original: bombardear con artillería el Alcázar hasta reducirlo a cenizas. El 21 de Septiembre la situación republicana era desesperada ya que las informaciones ubicaban el avance del ejercito nacional a tan solo 6 kilómetros al sur de la ciudad. El bando nacional, bajo las órdenes del general Franco, no hizo un ataque directo sobre Madrid (lo que hubiese propiciado quizás un final mas rápido de la guerra), sino que se desvió y fue al rescate de la resistencia que aún aguantaba en el alcázar, tal cual le prometió a Moscardó. Este hecho hizo ganar tiempo para organizar la defensa republicana de Madrid.
Cronología de la destrucción del alcázar.
A las 5 de la mañana del 23 de septiembre, los republicanos asaltaron las brechas del norte del alcázar y sorprendieron a los defensores lanzando granadas y dinamita. Los sublevados fueron forzados a retirarse al patio del alcázar pero contraatacaron para hacer retroceder el asalto.
El día 24 de septiembre las tropas rebeldes al mando del general Varela estaban ya en los suburbios de Toledo y las milicias de la República debieron enfrentar sucesivamente a estos refuerzos del bando sublevado junto a los rebeldes del alcázar, lo cual hizo insostenible las posiciones republicanas. La gran mayoría por miedo de ser capturados, se marcharon a la nueva ubicación en Aranjuez.
Finalmente el 27 de septiembre de 1936, las tropas de Varela dominarán por completo la ciudad de Toledo y enlazarán con los sitiados del alcázar terminando así el asedio. Cuando Varela visitó las ruinas del edificio que había cobijado a los sublevados durante más de 70 días, Moscardó no lo dudó e informó a su superior de la siguiente forma: «Sin novedad en el Alcázar, mi general». Frase que pasaría a la historia española.
Moscardó y Franco tras el asedio.
Estado del alcázar tras el asedio.
Misa en el patio del alcázar.
Restos de una de las torres del alcázar.
General Morcardó tras el asedio.
Fuerzas del bando nacional en el patio del alcázar.
Vídeo resumen del asedio.
Resultado | Victoria sublevada | |||
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Consecuencias |
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Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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