"Francia se postra a los pies del Imperio Español"
Para conmemorar el triunfo de San Quintín, Felipe II ordena construir el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, conocido como la octava maravilla del mundo.
Tras haber sido invadido en 1556 el reino de Nápoles por las tropas francesas del duque de Guisa, Felipe II ordenó a las tropas imperiales que se encontraban en los Países Bajos españoles invadir Francia quien acabó postrándose a los pies del Imperio Español en una de las más famosas batallas del siglo XVI.
Batalla de San Quintín.
La batalla de San Quintín no se entiende sin el contexto histórico de la época. En 1556 Carlos I de España y V de Alemania abdica en favor de su hijo Felipe II. El legado de aquél fue no sólo la península ibérica, sino la Europa controlada por el emperador Carlos, que comprendía los Estados de Borgoña por herencia de su abuela paterna, María de Borgoña, que a su vez incluían: el Franco Condado y los derecho sobre el ducado de Borgoña, Flandes, el Artois, Brabante, Holanda y Luxemburgo. De su abuelo paterno, Maximiliano I de Austria, también obtuvo Austria, Carintia, Carniola, Estiria, Tirol y Sundgau.
Felipe II, Rey de España.
Ante tamaño Imperio, Francia se veía amenazada por todos los flancos y, sabiendo ese aire de superioridad francesa, sobre todo para con los españoles, esto era una afrente difícil de soportar.
Fue en 1556 cuando el Rey francés Enrique II pactó con el papa Paulo IV, antiespañol, con el objetivo de liberar Nápoles del dominio español e integrarlo a los Estados Papales.
El apoyo del Papa Pablo IV a Francia facilitó la entrada de tropas francesas para amenazar a los dominios españoles del Milanesado y sobre todo Nápoles. El III duque de Alba, que estaba al mando de los españoles, rechazó eficazmente a los invasores y aisló al Papa, hecho que le valió la excomunión a Felipe II.
El ejército español llegó a concentrar en la capital belga unos 42.000 soldados, 30.000 infantes y 12.000 jinetes, y ochenta piezas de artillería. De estos solo sólo 6.000 eran españoles (de los tercios de Alonso de Navarrete y de Cáceres). El mando de este contingente se delegó a Manuel Filiberto, duque de Saboya de tan solo 29 años, fiel y firme aliado de España. Se preparaban a marchar contra los franceses.
Manuel Filiberto, Conde de Saboya.
Un movimiento de distracción hizo pensar a los mandos franceses que el objetivo era Champaña y luego Guisa. Llegó a amenazar dicha plaza con un asedio y los franceses se tragaron el farol, enviando un gran contingente de tropas. Solo entonces, los españoles desviaron la lucha a San Quintin, capital de Picardía y llave estratégica del norte de Francia.
La guarnición de esta pequeña ciudad se limitaba a pocos centenares de soldados al mando de un capitán. El ejército español empezó el ataque el 2 de agosto. La respuesta francesa fue enviar con prontitud extrema al almirante Gaspar de Coligny al mando de un contingente de socorro formado por apenas 500 hombres que logró introducirse en la ciudad durante la noche del 3 de agosto.
Tras esta vanguardia de urgencia, a marchas forzadas, se aproximaba el ejército francés al completo, con unos 22 000 infantes, 8 000 jinetes y 18 cañones. Comandaban dicho ejército Anne de Montmorency.
Anne de Montmorency.
El 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo, Montmorency decidió avanzar sobre la ciudad de San Quintín con la intención de que su vanguardia cruzara el Somme en barca y penetrara en la plaza Mandó a su hermano. Allí fue sorprendido por los arcabuceros españoles que dejaron vivos sólo 200 franceses. a raíz del profundo desprecio personal que sentía hacia Manuel Filiberto de Saboya, subestimando sus cualidades militares, Montmorency optó por cambiar de intención y ordenó que sus tropas abandonasen otra vez la protección del bosque, haciéndolas desplegar paralelamente mientras su vanguardia cruzaba el Somme. Esta imprudencia dejaba la puerta abierta a que los españoles pudieran cruzar el río por el puente de Rouvroy y así sorprenderle en mitad de la maniobra, pero el condestable de Montmorency confiaba ciegamente en que la estrechez del paso impediría tal posibilidad.
El estratégico puente sobre el Somne era estrecho, pero no tanto como suponía Montmorency, de manera que las tropas del duque de Saboya lograron cruzarlo en poco tiempo. Ante esta asfixiante situación, Montmorency no tuvo más remedio que presentar allí mismo batalla, desplegando a sus hombres de la mejor manera posible.Su situación era desesperada; era imposible transformar en breve tiempo ,una caravana desorganizada, agotada y en retirada en una formación de batalla.
Batalla de San Quintin.
El duque Filiberto mandaba el centro, en el ala derecha se encontraban Mansfeld y Horne y el ala izquierda iba a cargo de Aremberg y Brunswick. Ambas alas cayeron con extrema violencia sobre el ejército francés, que además de ser inferior en número se vio ampliamente desbordado a causa de las constantes descargas de los arcabuceros españoles, que destrozaban sin parar sus filas. La carnicería fue tal que los 5000 mercenarios alemanes del bando francés decidieron rendirse en masa, dejando a numerosos soldados que se daban a la fuga. Únicamente resistía el centro, donde un apurado Montmorency recibía el implacable fuego de la artillería enemiga hasta que, viéndolo todo irremediablemente perdido, optó por una muerte honorable batiéndose cuerpo a cuerpo sin demasiado éxito. Fue capturado por un soldado español de caballería llamado Pedro Merino que por este hecho recibió un premio de 10.000 ducados. Las pérdidas de la batalla fueron 6.000-7.000 muertos del ejercito francés y 900 muertos y heridos del ejercito español.
Felipe II recibe la noticia el día 11 en Cambray y el 13 acude al campamento a felicitar al duque de Saboya. Pero aquel día se ganó a pulso el calificativo de Rey Prudente. Era la primera victoria desde que empuñaba el cetro y el entusiasmo de sus fieles le impulsaban a marchar sobre París. Pero él no quiso manchar la victoria con una campaña dudosa ni, por supuesto, dejar San Quintín en retaguardia aún en manos de franceses. Así que se centró en celebrar la fortuna de su reinado con la construcción de El Escorial en honor a San Lorenzo y mandó tomar la plaza de San Quintin. Los sitiados resistieron hasta el 27 de agosto. Una columna española, otra flamenca y una tercera inglesa asaltaron la ciudad tras un duro cañoneo que abrió varias brechas en la muralla. Los asaltantes pasaron a cuchillo a gran parte de la guarnición.
En 13 de julio de 1558 las tropas españolas volvieron a vencer a las francesas en la batalla de Gravelinas, forzando a Francia a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559.
San Lorenzo de El Escorial.
Resultado | Victoria decisíva española | |||
---|---|---|---|---|
Beligerantes | ||||
| ||||
Comandantes | ||||
| ||||
Fuerzas en combate | ||||
| ||||
Bajas | ||||
|
0 Comentarios