FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, FÁBULAS AL SERVICIO DE LA LEYENDA NEGRA

"Conformándonos con los 15.000.000, los españoles deberían haber matado 375.000 indios por año, es decir bastante más de 1.000 diarios y sin descansar ni un día... "

Fray Bartolomé de las Casas es considerado uno de los padres de la Leyenda Negra en el imperio español, gracias a su escrito "Brevísima relación de la destrucción de las Indias". No fue testigo fidedigno, ni siquiera de las cosas que pretende haber presenciado personalmente.

Fray Bartolomé de las Casas

La leyenda negra en torno a fray Bartolomé de Las Casas continúa siendo uno de los temas de interés en el campo académico hispánico. En general, con excepción de algunos criterios respetables, la interpretación de esta leyenda involucra opiniones equívocas o superficiales. 

Nacido en España, su padre, Francisco Casaus, había acompañado a Colón en su segundo viaje al otro lado del Atlántico y, anclando en las Antillas, se dedicaba al redituable negocio de la plantación, usando para ellos, a muchos indios como esclavos. Cursa sus estudios universitarios en Salamanca y parte también para el Nuevo Mundo a fin de hacerse cargo de la gran herencia paterna. Una vez allí  se convierte más radicalmente al cristianismo y decide hacerse religioso. En 1523, ya con 35 años, ingresa en la Orden de los Dominicos y a partir de este momento ejercería su ministerio en aquellas remotas tierras americanas. 

Empezó entonces su campaña en defensa de la población indígena y en contra de las encomiendas. Su texto clave fue "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", dedicada al Príncipe Felipe con la intención de que el futuro Rey de España conociera las injusticias que cometían los españoles en América. En 1547 la aumentó con algunos párrafos e intentó imprimir una versión muy retocada. En 1552 la​ imprimió en Sevilla sin pasarla por censura previa, de nuevo ampliada con información reciente.

Brevísima relación de la destrucción de las Indias de 1552


La Brevísima fue impresa con el dinero que fue pagado por la Corona a las Casas por los servicios prestados. Sólo cuatro años después, cuando subió al trono Felipe II y ante la hostilidad que la obra despertó entre los castellanos de ambos lados del Atlántico, se mandó recoger todas las obras que no llevasen licencia real expresa. La obra fue reproducida y traducida, en más de 50 lenguas alrededor del mundo. 

El texo detallaba gravísimas acusaciones como la siguiente:
“En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles, desde luego que las conocieron, como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado, que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella doscientas personas.”


En esta época de los siglos XVI y XVII se fragua lo que posteriormente será denominado “Leyenda Negra”. Esta obra es quizás el texto más utilizado para propagarla y difundirla en los siglos siguientes. El impulso de la imagen de que la conquista de América había sido realizada por los españoles con una crueldad inhumana se repite sin cesar a lo largo del texto. Según el fraile el conquistador era la encarnación del diablo:
"Una vez vide, que teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales señores (y, aun pienso que había dos o tres pares de parrillas donde quemaban otros), y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los ahogasen. Y el alguacil, que era peor que el verdugo que los quemaba (y sé cómo se llamaba, y aun sus parientes conocí en Sevilla), no quiso ahogarlos. Antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen, y atizóles el fuego hasta que se asaron despacio, como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas, y muchas otras infinitas."

Grabado que recrea a indígenas cocinados y comidos por los conquistadores

Otro elemento luego repetido de forma mecánica en la Leyenda Negra es el de la despoblación por matanzas  causado por el gobierno tiránico de los españoles definido así por de las Casas:
“Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años por las dichas tiranías e infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce cuentos de ánimas, hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme, que son más de quince cuentos [Millones de personas].”

Pero… ¿qué clase de cristianos eran estos conquistadores? ¿Tan malvados eran? ¿sobre qué pruebas se basaba Fray Bartolomé para afirmar tales barbaridades? Las Casas siempre engloba sus dichos diciendo "los españoles", como si uno dijese hoy "los judíos" o "los nazis" o "los musulmanes". La obsesión de Las Casas es una idea: España y deseando que la Conquista sea lo más "pura" posible denuncia muchas veces sin fundamento ni precisión, como veremos. Se trata de la clásica dialectización; "españoles malos-indios buenos": los aborígenes, eran apacibles en la tierra de la libertad, pueblos habitados por suavísimos indígenas, delicados y tiernos. Gente que "no conoce la guerra o los tumultos" y del todo "desprovista de rencor", odio y deseo de venganza. Para de las Casas el indio era un ser que carecía del pecado original.

Hay muchísima bibliografía acerca de la personalidad de las Casas y de su "obsesión" e imprecisiones. Existen incluso serios estudios que afirman un grado de paranoia que sufría de las Casas y hasta de "profetismo", como señala autorizadamente Menéndez Pidal: "holgadamente se hallaba Las Casas, en un ambiente profetista, situándose fuera de toda realidad, y ¡con cuánta sencillez falseaba por completo la verdad de todo lo que le rodeaba!".

De las Casas siempre habla en vago y en impreciso. Nunca dice ni cuándo ni dónde se consumaron tales horrores, ni se cuida de establecer que (en caso de haber existido) se trataron de una excepción a la regla. En la obra del fraile dominico nada se concreta, ni geográfica ni cronológicamente. Las fechas, las cantidades, los nombres, los lugares; todo es confuso y sin precisión. No se priva de ninguna opinión: hasta de la conquista del Río de la Plata, en donde dice, desconociendo los pormenores y no habiendo estado jamás allí, que en estas tierras australes se habían "ejecutado las mismas obras que en todas partes…".


Escultura de Bartolomé de las Casas

En su tristemente famosa "Brevísima…" inventa el "genocidio" indígena. Primero son 12.000.000 de muer­tos, luego eleva la cifra a 15.000.000 y termina redon­deándola en 24.000.000. Pero aun conformándonos con los 15.000.000, los españoles deberían haber matado 375.000 indios por año, es decir bastante más de 1.000 diarios y sin descansar ni un día ... Todas estas cifras son imposibles, aun después de haberse inventado las cámaras de gas y demás prácticas del genocidio moderno. Sin embargo, las leyendas de Fray Bartolomé darán lugar a que hasta el día de hoy varios propagandistas de la Leyenda Negra sigan afirmando que la demografía americana se desplomó ante la llegada de los españoles.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la población aborigen origi­naria era muy pequeña respecto del total del territorio del continente americano; no más de un 5% se hallaba poblado. Los principales problemas demográficos no fueron causados por la brutalidad de los conquistadores, sino que fueron de carácter patológico, bacteriológico e inmunológico según señalan los informes actuales. Ejemplo de tales desati­nos es la descripción de la destrucción de la ciudad de Guatemala en 1541, producida por el rompimien­to eruptivo del lago volcánico que la dominaba, y que Las Casas atribuye a la acción de "tres diluvios". Pero hay exageraciones más interesantes que se dan en provecho propio, como cuando inflándose a sí mismo deseó ser llamado no solo "procurador de indios" sino "protector universal de todos los indios"

De las Casas, que había sentado como tesis principal que todo dinero proveniente de Indias era un robo a los indios y que aceptar dinero robado obliga en conciencia a "reparar in solidum", no vaciló cuando debió ser remunerado con ese "dinero sucio". En efecto, en 1516 recibió 100 pesos oro anua­les como procurador de indios; como obispo, en 1524, 500.000 maravedíes anuales; en 1551, cuando renunció al obispado, se le fijó una pensión de 300.000 maravedíes, renta que en 1563 se le aumen­tó a 350.000 maravedíes… ¡nunca discutió por el origen de esa paga! Vivía del dinero robado, para predicar que no se robase… 

Portada actual de una edición de "Brevísima...", en la que aparece ilustraciones de la leyenda negra

En sus memoriales de 1531 y 1542 proponía la introducción de hasta 4.000 afri­canos para que, como esclavos, trabajasen en reempla­zo de los indios. Como decía su impugnador, el padre Motolinía, en carta a Carlos V: "Ni se distinguió por su acción caritativa, ni aprendió la lengua de los indios, ni se aplicó ni se humilló a enseñarles". 

Cuando en España el Obispo tras su larga vejez de inefica­cia, había caído en un respetuoso olvido, en el ex­tranjero los bucaneros y los filibusteros que ambicionaban las riquezas de América, los holandeses que luchaban por su independencia, y todos los combatientes frente a la contrarreforma católica, levantaron sobre sus hombros al "Reverendo Obis­po Don Fray Bartolomé de Las Casas" y le dieron una internacional fama de difamación que no tiene otra igual en la historia.

Toda la fantasía propuesta por de las casas la tumba muy bien Fray Toribio de Benavente, alias Motolinía, que era muy conocido en aquellas tierras mesoamericanas. Fue un incansable apóstol de los indígenas y contemporáneo de Las Casas. El franciscano, tenía una fidelidad inquebrantable a la Iglesia y a su Patria, además de los dos pies bien plantados en la tierra. Con la autoridad que le daba su dedicación al estudio y al apostolado entre los indios, le escribió al gran monarca Carlos V para dar noticia de "la otra cara" de la conquista de América. Pero aún fue más lejos: no conforme con desenmascarar a de las Casas, exaltó la labor de conquistadores y misioneros, las proezas de Cortés y, sobre todo, el beneplácito de los naturales ante la liberación del horrible yugo azteca que significó para ellos el descubrimiento y conquista española del territorio mexicano. Motolinía venía a decir, en síntesis, que de Las Casas era un fabulador sin fundamentos.

El texto de Motoliná, en sus líneas directrices, dice así:
"No tiene razón el de Las Casas de decir lo que dice y escribe y exprime (es un) ser mercenario y no pastor, por haber abandonado a sus ovejas para dedicarse a denigrar a los demás (…). A los conquistadores y encomenderos y a los mercaderes los llama muchas veces, tiranos robadores, violentadores, raptores; dice que siempre y cada día están tiranizando a los Indios"

¿Héroe o villano? históricamente es indiscutible que fue un gran fabulador y la sombra negra de su imaginación se alarga aún tristemente hasta nuestros días.


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