TRASMOZ, EL ÚNICO PUEBLO EXCOMULGADO DE ESPAÑA

"Era un poblado casi anárquico, totalmente independiente. E incluso llegó a acuñar su propia moneda" 

En el medievo, Trasmoz (en Zaragoza) era un refugio del laicismo inalcanzable para la Iglesia Católica. Esta decidió excomulgar el pueblo considerándolo maldito. 


El municipio de Trasmoz, en la provincia de Zaragoza, tiene una historia singular al ser el único pueblo considerado maldito y excomulgado por la Iglesia Católica en España. Esta pequeña localidad zaragozana está situada a las faldas del Moncayo, el pico más alto del Sistema Ibérico, y a escasos 15 kilómetros de Tarazona. 

En el siglo XIII, se vivían tiempos de tranquilidad en el poblado, bajo el reinado de Jaime I de Aragón.  No había conflictos y las fronteras estaban controladas. Pero, algo raro ocurría en el castillo, por las noches se escuchaban ruidos metálicos, voces cavernosas y risas macabras. Los custodios del castillo aseguraban que se trataba de brujas que entraban volando para hacer de las suyas. Seguramente se trataba de los propios guardianes que, mientras todos dormían, hacían dinero o maravedís falsos (algo común en la época). El choque de metales que aterraba al pueblo eran golpes de acuñar monedas. Sembrar el miedo para alejar a los curiosos fue infalible y las historias sobre brujas y encantamientos alimentaron la imaginario de la población.

Trasmoz tenía la potestad de impedir que el Monasterio de Veruela mantuviera un control absoluto sobre el territorio, algo que no sucedía con el resto de pueblos de la zona. Trasmoz era un poblado casi anárquico, totalmente independiente. E incluso llegó a acuñar su propia moneda.

Más tarde sobrevinieron continuas disputas por el agua que venía desde el Moncayo y atravesaba tierras del monasterio antes de llegar a los trasmoceros. Lo mismo ocurrió con la leña y otros materiales cuya transportación pisaba territorio rival. Un mal día de 1252, las peleas y amenazas llegaron a tal grado que el abad, furioso, procedió a excomulgar a todo el pueblo de Trasmoz.

Castillo de Trasmoz en la actualidad

En 1511 se desató un conflicto bélico entre el pueblo laico y sus vecinos en el cual tuvo que mediar personalmente el Rey Fernando El Católico; prohibió, de una vez por todas, cualquier tipo de enfrentamiento y otorgó toda clase de beneficios a Trasmoz. 

Fue tal el disgusto del los miembros del monasterio que el Abad decidió colocar una gran cruz con un velo negro en la entrada del pueblo como símbolo de la maldición que iba a lanzar sobre el pueblo. Fue entonces que decretó la mayor condena que la iglesia católica puede ejercer: lanzó la maldición según el Salmo 108 del libro de David. Dicen que el cielo se oscureció y el viento se levantó con fuerza azotando puertas y ventanas. Así, el excomulgado poblado además se convirtió en el único pueblo maldito de España.

Monasterio de Veruela

A pesar de que el uso de las aguas fue el detonante de la maldición impuesto por la Iglesia, la fama de brujería de la zona, con leyendas sobre hechiceras, agravó mucho más la situación. Durante años se dijo que el pueblo estaba encantado, que las brujas del lugar lanzaban hechizos y males de ojo. También, que celebraban aquelarres y fiestas paganas.

Se dice que la existencia de brujas en Trasmoz era cierto y destacan tres mujeres con cierto poder por sus conocimientos en herbolaría y supuestos dotes mágicos: Casca, Galba y Dorotea. La bruja más célebre fue la Tía Casca. Esta mujer existió de verdad. Ella era una curandera, como todas las mujeres a las que en aquella época llamaban 'brujas'. La asesinaron en 1850, la arrojaron colina abajo. Por lo visto coincidió con una época muy mala: había plagas, los niños enfermaban, los animales morían... El pueblo se tomó la justicia por su mano, pensando que era ella la que provocaba los males. 


No solo fueron los habitantes de las localidades vecinas los que alentaron las leyendas del pueblo, escritores como Gustavo Adolfo Bécquer ayudaron a contribuir a esta expansión de las leyendas de Trasmoz con sus escritos. En pleno romanticismo, el escritor sevillano pasó a vivir durante algún tiempo en el Monasterio de Veruela para huir de la tuberculosis que le perseguía desde hacía unos años atrás.

El poeta, tan amante de lo romántico como de lo oculto, no dejó pasar la oportunidad de describir lo que sintió mientras vivía en Trasmoz, especialmente en su relato Cartas desde mi celda, donde describe a un misterioso y oscuro personaje que vivía en la aldea mañana.

Gustavo Adolfo Bécquer, poeta y narrador español

A día de hoy, Trasmoz sigue impasible al paso de los años, esperando a que algún Papa los libere de su maldición… Sin embargo, nada es capaz de interrumpir el constante ir y venir de turistas. La mayoría de la gente que visita el pueblo lo hace interesado por la maldición y por las fiestas religiosas que se celebran. En el pueblo está el “Museo de la Brujería” y todos los veranos hay numerosas fiestas relacionadas con la religión, la magia, la brujería y las plantas medicinales. Entre las actividades que allí se celebran, cada 31 de octubre se festeja un ancestral ritual llamado “La Luz de las Ánimas”. En este ritual todos los lugareños y turistas están invitados a vivir una noche terrorífica.

Fachada del Museo de las Brujas

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