Siempre se asocian momentos históricos, sociales y culturales a los nombres de distintos papas. ¿Hubo papas españoles? ¿Cuál fue su legado?
De los 266 Papas reconocidos por la Iglesia católica de Roma en estos dos mil años de historia cuatro fueron españoles: Dámaso (el Papa número 37), Calixto III (209) y Alejandro VI (214) y Benedicto XIII (antipapa).
Estos cuatro españoles llegaron a sentarse en la silla de San Pedro y aunque en algunos casos el pontificado fue limpio y sin ningún escándalo, en otros estuvo marcado por las intrigas políticas, eclesiásticas y sospechas de envenenamiento.
- Damaso I, El papa de origen gallego o portugués que tradujo la biblia al latín vulgar, que se usó durante 1.600 años.
Damaso I
Dámaso nació en la Gallaecia romana, que actualmente es Galicia y Portugal, pero los historiadores españoles lo consideran el primer Papa español. Fue el 37º papa de la Iglesia católica, desde el año 366 hasta su muerte, en el año 384. Es el santo patrón de los arqueólogos.
Su pontificado ha sido el décimo octavo más largo de la historia con 18 años, 2 meses y 11 días (un total de 6646 días). Su onomástica se celebra el 11 de diciembre. Su nombre en latín significa 'domador'. San Jerónimo fue su secretario.
Desde los inicios de su pontificado, Dámaso optó por no ceder ante otras doctrinas cristianas, y se enfocó en lograr unidad y centralismo en la iglesia. El Imperio romano comenzó a fracturarse, formando un imperio en occidente y otro en oriente, lo que configuró a la Iglesia como un nexo entre ambas partes. Además, la figura del emperador se consolidó en el Dominado, por lo que adoptó una forma mística, legitimada y enviada por Dios, que buscaba el centralismo del poder mediante el apoyo de la Iglesia.
Por otro lado, la Iglesia comenzó a adquirir el papel de director político y vehículo y creador del saber de la época, tratando de unificar las ciencias y centralizando el poder, rechazando como herejía todo aquello mágico, irracional o contrario a la autoridad cristiana; por lo que se impone frente a otras doctrina.
Dámaso envió a Jerónimo a realizar su revisión de las versiones hebreas más tempranas de la Biblia, este realizó una traducción conocida como la Vulgata, que se hizo popular por estar escrita en latín. Esta versión fue aprobada por el Concilio de Trento en 1546, adoptada oficialmente en la liturgia y empleada por la Iglesia Católica durante cerca de quince siglos sustituyendo a la Vetus Latina y provocando que el latín se convirtiera en la lengua principal del culto.
La traducción latina de la Biblia se convirtió en la versión más extendida, la denominada Vulgata.
Dámaso muere el 11 de diciembre del año 384, a los 80 años, tras un pontificado de 18. En 1928 la Asociación Pro Catacumbas de San Dámaso, encargada por la Santa Sede para la conservación y excavación de las mismas, recaudó fondos para sufragar los gastos de conservación y estudios de las catacumbas de San Dámaso, para lo que solicitaron la emisión de unos sellos al gobierno español y al pontífice Pío XI.
- Calixto III, considerado hombre de elevados ideales, de enorme valentía, energía y perseverancia. Se dio cuenta de los peligros a los que se enfrentaba Europa e hizo todos los esfuerzos para unir a los príncipes cristianos en la defensa de sus propios países y si falló la culpa no fue del papa sino de los que rehusaron poner atención a sus consejos.
Calixto III
Nacido en Canals (Valencia) el 31 de diciembre de 1378 y muerto en Roma el 6 de agosto de 1458 (71 años). Bautizado en la parroquial de Xátiva. Eclesiástico, jurista y diplomático, pero sobre todo Papa de la Iglesia Católica. Nacido con el nombre secular de Alfonso de Borja (Alfons de Borja). Sus restos se encuentran en la Iglesia de Santa María de Monserrat en Roma.
Inicia sus estudios en Xátiva y en Valencia donde estudia Artes. Se doctora en derecho canónico en 1411 y en derecho civil en 1414. En 1411 es nombrado canónigo de la Catedral de Lérida.
Poco a poco va haciéndose un nombre como jurista y diplomático ante la corte del rey Alfonso V el Magnánimo y ante la corte papal de Benedicto XIII (antipapa). Es artífice de la renuncia en 1429 del antipapa Clemente VIII refugiado en Peñíscola lo que supone el fin del Cisma de Occidente. Este gran éxito verá catapultado su gran prestigio, siendo nombrado obispo de Valencia (entre 1429-1458).
El 2 de mayo de 1444 es nombrado cardenal por el papa Eugenio IV al conseguir separar a Alfonso V del Concilio de Basilea (Suiza). Desde este momento empieza a residir en Roma y renuncia a sus cargos en la corte de Aragón. Ya nunca más volverá a pisar tierra valenciana.
El 8 de abril de 1455 es elegido Papa como solución de compromiso ante las diversas facciones que se disputaban la mitra del fallecido Papa Nicolás V. El nuevo Papa tendrá como eje de su política exterior, la organización de una cruzada contra los turcos que con la toma de Constantinopla en 1453 ponían en peligro Europa. También es característico su progresivo distanciamiento con el rey Alfonso el Magnánimo que ocupaba Nápoles en disputa con los franceses y con los intereses del Papado. Su antiguo mecenas Alfonso V pretendía que el papa reconociese a su hijo ilegitimo Federico como heredero a la corona de Nápoles, cosa a lo que el papa se negó.
Sepulcro de Calixto III y Alejandro VI en Santa María de Montserrat, Roma.
Como anécdota podemos contar que el "Angelus" que diariamente se reza a las doce del mediodía, fue instituido por el papa Calixto III como recuerdo de la victoria de las armas cristianas contra los turcos que se encontraban sitiando la ciudad de Belgrado en 21 de julio de 1456.
Otro aspecto fundamental en su papado es el nepotismo que introdujo en la Santa Sede. El nepotismo o nombramiento de cargos entre familiares, con ser una práctica habitual en la Santa Sede, Calixto III lo elevó a la categoría superior; uno de los familiares que colocó fue a su sobrino Rodrigo de Borja que años más tarde sería elegido Papa como Alejandro VI. Consta que Calixto III tuvo un hijo natural antes de ser Papa habido con una mujer de nombre desconocido que llevaba por nombre Francisco de Borja y que murió en Pisa en 1511.
El 3 de junio de 1455 el papa Calixto III canonizó a San Vicente Ferrer. Según cuenta una leyenda y no pasa de ser más que una leyenda, San Vicente Ferrer le había profetizado en 1409 que sería elegido papa y que él mismo lo canonizaría, como así ocurrió. "Tu serás Papa y a mi me harás santo". Esta leyenda la contaba el propio Calixto III a todo aquel que quisiera escucharla.
También durante su papado se reabrió el caso del juicio de Juana de Arco que había sido quemada en 1431 en Ruan (Francia) por los ingleses; como resultado de la investigación se determinó que el proceso había sido injusto y ello posibilitó que fuera elevada a los altares, aunque eso si, algunos siglos después.
- Alejandro VI, es uno de los papas más polémicos y recordados de la historia, no porque sus acciones fueran muy distintas a las de otros que le precedieron o sucedieron, sino porque no trató de disimularlas. Fue un hombre muy alejado del mensaje original de Cristo en su relato de humildad y austeridad. El hecho de que no fuera italiano le crearía muchos enemigos.
Alejandro VI
Rodrigo de Borja alcanzó y mantuvo el poder mediante nepotismo, y ascendió dentro de la jerarquía de la Iglesia Católica debido a su relación con el papa Calixto III, que era su tío. Esta relación familiar le facilitó el acceso a Cardenal diácono y el desempeño de numerosos cargos de gran importancia dentro y fuera de la Curia Romana, que le permitieron hacerse con las influencias políticas y el prestigio que, finalmente, le llevaron al solio pontificio en 1492.
Una vez elegido papa como Alejandro VI, desencadenó y se involucró en decenas de situaciones políticas, envuelto en intrigas y en las tormentosas y traicioneras relaciones entre los poderes internacionales. Buscó a través de alianzas políticas y conspiraciones hacer que su familia se consolidase dentro de la nobleza italiana y acrecentar en toda posible ocasión su poderío, tarea que emprendió en conjunto con sus hijos, Juan, César, Lucrecia y Jofre, los cuales sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones políticas.
A través de la Guerra italiana de (1494-1498) y la Guerra de Nápoles (1501-1504) se las ingenió para no solo asegurar su poderío, sino para acrecentarlo, valiéndose de las rivalidades entre las potencias de la época y las tensiones políticas entre las familias de la aristocracia europea, de manera que consiguió durante los 11 años que duró su papado impulsarse hasta la cima del poder en la península itálica.
Trágicamente, las mismas intrigas y poderes que le sirvieron para llevar a la Casa de Borgia a la cima aseguraron su destrucción, pues todo el poder que los Borgia habían obtenido, inclusive el éxito militar de César Borgia, giraba en torno a los Estados Pontificios y por ende dependía de la permanencia de Alejandro VI en el poder, por lo cual la vasta red de condados, principados y territorios que los Borgia habían puesto a sus pies sucumbió ipso facto con su muerte, sellando el destino de César Borgia, quien moriría cuatro años después en 1507, sepultando la era de los Borgia.
Apartamento Borgia, Resurrección de Cristo con el Papa Alejandro VI arrodillado (1492-1494).
De acuerdo a los estándares de su época, la carrera eclesiástica de Rodrigo Borgia fue peculiar. Hecho cardenal a sus 20 años de edad, ejerciendo como Obispo de Valencia, y posteriormente Vice-Canciller de Roma a sus escasos 22 años permaneciendo en dicho cargo, hasta su elección como papa.
Las denuncias más severas contra Alejandro VI, por proceder del ámbito oficial, son las de sus contemporáneos católicos: el cardenal Giulliano Della Rovere, futuro papa Julio II, el cardenal agustino y reformador, Egidio de Viterbo, y el oratoriano Raynaldo. Lo acusaron de haber cometido simonía para conseguir el ascenso al «Solio Pontificio» y también de transgredir el código eclesiástico, rompiendo el celibato al sostener una relación con Julia Farnesio. Alejandro VI fue un hombre amante de los placeres sensuales, rasgo que mantuvo inalterado durante toda su vida.
- Benedicto VIII, llamado Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor (Illueca, 25 de noviembre de 1328-Peñíscola, 23 de mayo de 1423), más conocido con el apelativo de «Papa Luna», fue papa en la obediencia de Aviñón y cardenal desde diciembre de 1375. La tenaz lucha que mantuvo el papa Luna contra sus enemigos sirvió para que surgiera la frase popular de "mantenerse en sus trece" en referencia a la negativa de Benedicto XIII de renunciar a su posición de papa. A su muerte fue sucedido por Clemente VIII.
Benedicto VIII, el Papa Luna
Nacido en Illueca, localidad de la actual provincia de Zaragoza, en el Reino de Aragón, el 25 de noviembre de 1328, era miembro de la familia Luna, uno de los principales linajes aragoneses, emparentada con arzobispos y reyes.
Nombrado cardenal por el papa Gregorio XI en los turbulentos años de la sede de Aviñón, acompañó al pontífice cuando, a instancias de Santa Catalina de Siena, este volvió a Roma. El papa Gregorio XI falleció durante los preparativos para su vuelta a Aviñón, huyendo de los conflictos y revueltas en Roma.
El cónclave para elegir al sucesor de Gregorio XI se inició el 7 de abril de 1378, con la presencia de solo 16 de los 22 cardenales electores, ya que no se esperó la llegada de los que se encontraban en Aviñón. El cardenal Pedro de Luna, junto a Jean de Cros, propuso la elección del arzobispo de Bari, Bartolomeo Prignano, quien no era cardenal y por ende no estaba en el cónclave, para contentar a los romanos y para superar el conflicto entre las dos facciones francesas (lemosinos y galicanos). Así se hizo, el 8 de abril Prignano fue elegido papa, tomó el nombre de Urbano VI.
Pronto el carácter de Urbano VI se mostraría poco diplomático, lo que hizo que varios cardenales comenzaran a alimentar la idea de que se podía declarar nula su elección. Cosa con la que Luna nunca estuvo de acuerdo.
Tras la llegada de los restantes cardenales que no habían podido acudir a Roma a tiempo para la elección del papa, se consultó nuevamente a Pedro de Luna sobre la legitimidad del cónclave y con los datos aportados canónicamente le convencieron de que la elección de Urbano no había sido legal, puesto que se había votado, no por convicción, sino por miedo. El 2 de agosto de 1378 firmaron un documento en el que declaraban nula la elección del papa, por los motivos planteados.
Escultura de Benedicto XIII en Peñíscola
Los cardenales se trasladaron a Fondi, donde el 20 de septiembre se reunieron en cónclave y eligieron a Roberto de Ginebra como papa, quien tomó el nombre de Clemente VII, que volvió a Aviñón. Pedro de Luna rindió obediencia al nuevo papa, siendo partícipe de uno de los periodos más convulsos de la historia de la Iglesia Católica, el cisma de Occidente. Pedro de Luna fue legado de este pontífice durante 16 años.
A la muerte de Clemente VII, en 1394, Pedro de Luna fue elegido pontífice por 20 votos de 21 y tomó el nombre de Benedicto XIII. No obstante, Francia se opuso a este nuevo papa de Aviñón que había mostrado no ser tan manejable como sus antecesores, y que además era súbdito de la Corona de Aragón, por lo cual resultaba difícil obligarle a mantener lealtad a la monarquía francesa. En 1398 Francia terminó por retirar su apoyo político y financiero a la sede papal de Aviñón y se presionó a Benedicto XIII para que renunciara, a lo que Benedicto XIII se negó alegando un daño irreparable a la Iglesia.
Tras un bloqueo militar de los franceses sobre su palacio papal en Aviñón, Benedicto XIII logró huir de la ciudad en 1403, buscando refugio junto a Luis II de Nápoles. El fin del apoyo francés hizo que también Portugal y Navarra dejaran de reconocerlo como papa, mientras que 17 cardenales abandonaban la obediencia a Aviñón, quedando solo cinco cardenales leales a Benedicto XIII. Su papado era reconocido ahora solamente por los reinos de Castilla, Aragón, Sicilia (vinculada dinásticamente a la Corona de Aragón) y Escocia.
Aunque en un momento dado hubo tres papas simultáneamente (Juan XXIII, Gregorio XII y él), Benedicto siempre adujo que su papado era el válido dado que él era el único papa que había sido elegido cardenal antes de que se produjese el Cisma de Occidente y, por tanto, el único realmente legítimo. En 1406 Benedicto XIII inició conversaciones con Gregorio XII para renunciar de manera conjunta y unificar la sede papal, pero esta posibilidad fracasó al insistir Benedicto XIII en su exclusiva legitimidad.
Finalmente, las tesis conciliaristas, que defendían que el concilio era superior al papa, triunfaron y, al negarse nuevamente a renunciar, Benedicto XIII fue condenado en el concilio de Constanza de 1415 como hereje y antipapa, y depuesto junto con el antipapa Juan XXIII. Mientras que el papa Gregorio XII de Roma renunció a favor de la unificación de la Iglesia. El Concilio designó a Martín V como pontífice único.
El antipapa gozó aún de la protección de Alfonso V de Aragón por cuestiones políticas, pero sin real influencia en el resto de Europa. Murió el 23 de mayo de 1423, a los 94 años, en el Castillo de Peñíscola, antigua fortaleza de la Orden del Templo adonde había trasladado la sede papal.
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