BATALLA NAVAL DE GETARIA, 22 de agosto de 1638


 "En esto perdí más de 9.500 ducados, que para mi caudal no es poco, y salí en camisa, medio ahogado..."

Getaria fue la primera gran batalla naval entre Francia y España en el Atlántico, finalizando con un resultado catastrófico para la escuadra española.

La Batalla de Getaria fue una batalla naval librada el 22 de agosto de 1638 en el puerto de Getaria, localidad de la costa vasca.

PARTICIPANTES EN LA BATALLA NAVAL DE GETARIA

• Por un lado, tenemos a la escuadra española dirigida por el almirante Don Lope de Hoces, compuesta por doce galeones, dos urcas y tres fragatas.

• Por el lado francés, la flota dirigida por el arzobispo de Burdeos, Henri de Sourdis, compuesta por 64 barcos, muchos de ellos grandes barcos de guerra, además de los brulotes y los navíos de transporte. 

CONTEXTO DE LA BATALLA

La batalla naval de Getaria se produjo durante la guerra franco-española (1635-1659).

El 1 de junio de 1638, un ejército francés compuesto por 20.000 soldados y liderado por el Príncipe de Condé cruzó la frontera e invadió Gipuzkoa, poniendo sitio a Hondarribia.

A las fuerzas terrestres, se le unieron la formidable escuadra del arzobispo de Burdeos, evitando que la villa sitiada pudiera recibir socorro por mar.

Puerto de Getaria visto desde Zarautz 

PRELUDIO DE LA BATALLA

El arzobispo de Burdeos, quiso hacer gala de sus fuerzas ante la plaza de Hondarribia, colocando frente a ella su escuadra compuesta por sesenta y cuatro barcos, entre las que destacaban La Couronne, de 2.000 toneladas, y Le Vaisseau du Roy, de 1.000 toneladas.

Según escribió D. Antonio de Oquendo:

"Nunca se habían visto en la mar, y que a los espectadores parecieron moles enormes, monstruosas, por lo que los castillos, los costados y la arboladura sobresalía entre las naves ordinarias".

Mientras tanto, en La Coruña el almirante D. Lope de Hoces preparaba sus naves contrarreloj.

Desde la Corona se le apremiaba para que fuese a socorrer la plaza sitiada, pero consciente de la superioridad de la escuadra francesa, solicitó la ayuda de la escuadra de Lisboa o que se le uniera la dirigida por el almirante Oquendo.

Sin embargo, D. Lope de Hoces tuvo que partir con sus doce galeones mal pertrechados y faltos de pólvora al encuentro de la poderosa flota francesa.

Enterados los franceses de que la escuadra española se dirigía a Hondarribia a intentar romper el bloqueo naval, dividieron su flota en tres partes:

1. El oficial de la armada Claude de Razilly continuó con el bloqueo marítimo a Hondarribia.

2. Jules de Motigny se encargó de vigilar y seguir a la escuadra de Hoces.

3. El Arzobispo Sourdis atacó varios puertos gipuzkoanos, capturando varias naves en Pasaia.

Emplazamiento artillero en la muralla de Getaria 

LLEGADA A GETARIA

El 17 de agosto, cuando la escuadra de Hoces se dirigía al puerto de San Sebastián para intentar unirse a los barcos que allí se resguardaban, se vio obligado a internarse el puerto de Getaria, donde fue bloqueado por los barcos comandados por Motigny.

Este, mandó al caballero de Marsay para que avisase al arzobispo de Burdeos, quien inmediatamente se puso rumbo a Getaria.

Hoces ordenó asegurar con cadenas los barcos, colocando en primera línea las naves más poderosas de su escuadra, con el fin de cerrar el acceso a la concha de Getaria.

También ordenó desembarcar varios cañones con los que colocar baterías rasantes en el puerto y varios más en el monte Gárate.

LA BATALLA NAVAL DE GETARIA

El 22 de agosto, los franceses colocaron sus naves frente al puerto de Getaria, y aunque eran molestados por los cañones colocados en la villa marinera, pronto despegarían toda su potencia artillera.

La escuadra francesa se dividió en tres líneas.

La primera formada por seis grandes barcos de guerra y varios brulotes.

En la segunda línea, Sourdis comandaba otros siete barcos y un brulote, mientras que el resto de la flota aguardaba en la tercera línea.

A las 11.00 de la mañana comenzaba el cañoneo de los franceses, produciéndose un intercambio de fuego que duró una media hora.

Sin embargo, la escuadra española, tuvo que hacer frente a un enemigo brutal e inesperado, los cinco brulotes lanzados por los franceses, que esperaron a que el viento estuviese a su favor.

Estas embarcaciones kamikazes, lograron incendiar las naves que componían la primera línea de defensa de los españoles, desatándose un infierno de fuego y explosiones.

Los marineros se lanzaban al agua, y los intentos desesperados de subirse a las txalupas de los arrantzales de Getaria y Zarautz que fueron en su socorro, solo consiguieron que estás se hundiesen en el fondo del mar.

Don Lope de Hoces, ordenó dar fuego a su Capitana y al resto de barcos que todavía no se habían incendiado, lo que tiñó el cielo de rojo fuego y olor a pólvora.

La ahora pintoresca villa de Getaria, uno de los pueblos más bellos del País Vasco, se convirtió en un escenario dantesco.

Las Santas Bárbaras de los barcos explotaron cayendo sobre Getaria y los montes de alrededor una lluvia de fuego, metal y restos de los desdichados marineros españoles, incendiando las casas y árboles del lugar.

Vista de Getaria desde el monte Gárate

BALANCE DE LA BATALLA DE GETARIA 

En aquel fatídico día de agosto, la derrota española fue total.

De toda la escuadra, solo se salvó

galeón Santiago, que atravesó el cerco enemigo, pasando entre ellos y consiguió llegar al puerto de Pasajes, aunque con el casco como un coladero y totalmente desarbolado.

Fueron muchos los que recriminaron al almirante Lope de Hoces que no hubiese salido a alta mar a pelear contra los barcos enemigos.

Sin embargo, la batalla estaba perdida desde La Coruña, ya que gran parte de la tripulación de los bajeles españoles había sido formada por presos y aldeanos sin conocimientos en la mar.

Por lo que poco o nada podían hacer contra la mayor flota naval que había formado Francia en su historia hasta el momento.

Con los siguientes términos, trataba el almirante español de justificar su actuación ante el rey Felipe IV:

"Fue mi perdición peleando desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Acabáronse de quemar los bajeles, sin que quedase por hacer nada, previniéndose ¡o que se pudo para excusar la quema, y sucediendo ésta con tanto daño del enemigo, que dejó 10 de sus capitanes prisioneros, de los que en aquella ocasión se hallaron con los 33 bajeles con que vino el Arzobispo de Burdeos.

Dicen éstos que se les mató é hirió mucha canti dad de gente, y que sólo á un bajel de los que se arrimaron se le metieron tantas balas, que no digo el número por ser yo el general cuyos bajeles las disparaban; que de los unos á los otros andaban tan espesas como si fueran de mosquetería.

Avisando yo á mi capitana que abordara, porque le habían cortado las amarras á balazos y venía ya perdida sobre las peñas, y viendo que también lo estaba otro bajel, barrancados ambos con el murallón de la plataforma del muelle, que servía de puente para pasar á ella, y advirtiendo que el enemigo venía cargando con sus bajeles de fuego y lanchas, y todos los demás disparando, y que toda la gente se había ido y se me iba sin podella tener á cuchilladas y estocadas; que de las cuatro piezas de la plataforma baja, en la retirada una, disparándola, se cayó al mar, y la otra se desencabalgó, y que á las dos" que quedaban les faltó pólvora; que el enemigo, entrando en la capitana, había de sacar de ella lo que pudiese, y ver desde allí la huida que llevaban los de la tierra; que los más habían sacado ya su ropa, y que los escapados de la armada iban con la misma fuga, sin que los particulares que estaban en tierra los pudiesen detener; considerando, digo, lo dicho, y el descrédito que había de causar si sacasen una filástica de la capitana, que estaba allí perdida, y por ella saltasen á tierra, la mandé pegar fuego.

En esto perdí más de 9.500 ducados, que para mi caudal no es poco, y salí en camisa, medio ahogado, y lo uno y lo otro lo hice por excusar la pérdida de mayor reputación si el estandarte y las armas hubieran caído en poder del enemigo."

Impresionante documento gráfico, en el que se muestra la escuadra española de D. Lope de Hoces fondeada en Guetaria, momentos antes de ser completamente destruida por los franceses en 1638

Respecto a los muertos, las cifras son contradictorias.

Según los franceses, las bajas españolas fueron entre 5.000 y 8.000, mientras que los españoles las reducían a entre 1.500 y 4.000.

La batalla tuvo un resultado catastrófico para la monarquía española, aunque no influyó en el Sitio de Fuenterrabía, ya que este se pudo romper el 7 de septiembre, causando una sería derrota al ejército francés, ya que se calcula que murieron 4.000 franceses y otros 2.000 fueron capturados.

BIBLIOGRAFÍA:

-The Forgotten Service: The French Navy of the Old Regime, 1650-1789.

-Stradling, Robert (1979). "CATASTROPHE AND RECOVERY: THE DEFEAT OF SPAIN, 1639–43"

-Carta de D. Lope para S.M. después que le quemaron la armada, fecha en Tolosa 14 de septiembre de 1638.  Memorial Histórico Español – Tomo XV (1862), p. 41

Autor: Aitor Sarmiento de www.sitioshistoricos.com


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