DIEGO GARCIA DE PAREDES (1468-1533), El Sansón extremeño

"En desafíos particulares, con los más valientes de todas las naciones extrañas, mató sólo por su persona, en diversas veces más de trescientos hombres, sin jamás ser vencido, antes dio honra a toda la nación española"

Diego García de Paredes, el gigante extremeño que usó el «Gran Capitán» para atemorizar a los franceses.

Diego García de Paredes.  Grabado de 1791

Lo que se cuenta sobre este personaje, por increíble que parezca, es totalmente real, escrito y plasmado por historiadores de su época.
Apodado "El Sansón de Extremadura", nació en Trujillo, España, el 30 de marzo de 1468 y murió en Bolonia, Italia, el 15 de febrero de 1533. Fue el militar español mas famoso de su época por su anormal fortaleza, su extrema habilidad en batalla y por blandir espada de 2 manos en combate. Tenia un peso de 120 kg y medía algo mas de 2 metros, causando una imponente imagen en el campo de batalla frente a sus enemigos.

Diego aprendió a leer y escribir, algo inusual en la época para alguien que no se había criado en la Corte. Ya muy de joven empezó en el oficio de las armas. Aún no esta testimoniado que participase en la toma de Granada que capituló en 1492 ante los Reyes Católicos.

Tras el fallecimiento de su madre, se marchó con destino a la italiana renacentista y desembarcó en Nápoles. Se trasladó a Roma donde en poco tiempo paso a formar parte del servicio del Papa Alejandro XI. Esto sucedió a que casualmente el Papa fue testigo de una refriega de soldados italianos y españoles en los alrededores del Vaticano. Nuestro héroe demostró sus dotes en la disputa armado solamente con una pesada barra de hierro, destrozando a todos sus rivales, que habían echado mano de las espadas, "matando cinco, hiriendo a diez, y dejando a los demás bien maltratados y fuera de combate". Fue nombrado miembro de la escolta papal.

Diego era muy aficionado a los juegos de lances de honor de la época. En uno de ellos tuvo la mala fortuna de desafiar a un capitán italiano de los Borgia, llamado Césare el Romano. El duelo se celebró en Roma y acabó con la victoria de Diego, que no tuvo piedad y cortó la cabeza a su enemigo "no queriendo entenderle que se rendía", lo cual le costó el encarcelamiento del que finalmente logro escapar. 

Al servicio de "El Gran Capitán"

Tiempo después, las tropas españolas al mando de "El Gran Capitán" reclutó soldados para tomar la ciudad de Cefalonia en Grecia arrebatada por los turcos recientemente a la República de Venecia. Diego García sirvió en ellas.

Los turcos tenían entre sus armas ofensivas una máquina provista de garfios que los españoles llamaban «lobos», con los cuales aferraban a los soldados por la armadura y los lanzaban contra la muralla para matarlos o hacerlos prisioneros. Diego, en primera línea, fué enganchado por el artilugio y subido a la muralla donde comenzó su leyenda. Conservando su espada y el escudo y una vez abierto el artefacto comenzó una lucha que aunque parece de película, es totalmente veraz. Frenético empezó a matar a los turcos que se acercaban para derribarle. Refuerzos y más refuerzos vinieron contra él, chocándose con la resistencia asombrosa de Diego, a quien "parecía que le aumentaba las fuerzas la dificultad". ​Resistió heroicamente en el interior de la fortaleza haciendo que solo le pudiesen capturar cuando el hambre y la fatiga lo rindió, a los 3 días! Capturado por los turcos, volvió a escapar por si mismo e incorporarse nuevamente al asedio hasta la rendición turca. Semejante hazaña le hizo ganar el sobrenombre de "El Sansón de Extremadura".

Diego García de Paredes.

Diego García se incorporó de nuevo a los ejércitos del Papa a principios de 1501, participando en las tomas de Rímini, Fosara, en los Apeninos, y Faenza. A finales de 1501 comenzó la segunda guerra de Nápoles entre el rey Fernando el Católico y Luis XII de Francia por el dominio del Reino napolitano. Diego abandonó inmediatamente Roma para incorporarse a los ejércitos de España luchando heroicamente en diversas batallas para "El Gran Capitán". Así lo define una crónica francesa de la época: "De Diego García de Paredes ni palabras bastan para lo contar, ni razones para lo dar a entender. Traía una grande alabarda, que partía por medio al francés que una vez alcanzaba, y todos le dejaban desembarazado el camino...Daba voces a todos que pasasen al real de los franceses...A dos artilleros partió por medio Diego García hasta los dientes". 


La realidad supera a la leyenda.

Durante la batalla de Ceriñola ocurrió otro hecho "tan verdadero, como al parecer increíble". Paredes se sintió herido en el orgullo tras un reproche del Gran Capitán por una propuesta táctica. Cegado por un arrebato de locura y melancolía, cogió su montante (espada de 2 manos) y se dirigió solo a la entrada del puente del río Garellano desafiando personalmente a un destacamento del ejército francés (según la leyenda de 2000 hombres que seguramente fueron unos 500). Con gran furia y sosteniendo el imponente acero, empezó a despezar a los franceses, que debido a lo estrecho del puente, se enfrentaba mano a mano a cada uno de ellos. Españoles y franceses no daban crédito a lo que veían sus ojos. Los franceses se amontonaban para intentar tumbar a Diego que tenía el puente repleto de cadáveres. "Túvose por género de milagro, que siendo tantos los golpes que dieron en Diego García de Paredes los enemigos...saliese sin lesión". Citan las Crónicas del Gran Capitán que "entre muertos a golpe de espada y abnegados en el río fueron aquél día más de quinientos franceses".

Grabado de la batalla del puente del río Garellano.

Diego llevaba su honor al límite y durante toda su vida, se especializó en duelos muy típicos de su tiempo. Otro dato histórico que bien podría ser un cantar de gesta, fue recogido por el prestigioso doctor Juan Sorapán de Rieros: "En desafíos particulares, con los más valientes de todas las naciones extrañas, mató sólo por su persona, en diversas veces más de trescientos hombres, sin jamás ser vencido, antes dio honra a toda la nación española". 

Su desafío mas famoso fue sin lugar a duda el "desafío de Barletta" celebrado en septiembre de 1502, un torneo caballeresco que enfrentó a once caballeros franceses frente a once españoles. La épica lucha duró más de cinco horas. Con la noche encima, los franceses solicitaron detener la disputa. Sin embargo, Diego García de Paredes, quien solo concebía la victoria total, no aceptó esta resolución y sentenció que "de aquel lugar los había de sacar la muerte de los unos o de los otros". Tras romper la lanza y perder accidentalmente la espada, se dirigió a las enormes piedras con las que se había señalado el término del campo y empezó a arrojarlas brutalmente contra los caballeros franceses, ante el asombro de la multitud y de los propios jueces que igualmente sentenciaron tablas.

Desafio de Barletta, 1502.


En 1504, tras la campaña italiana, Nápoles se anexionaba al reino de España. Diego García fue preciado por sus proezas en batalla con el título de marqués de Colonetta (Italia). Tras esto vuelve a España donde es alabado como héroe nacional allá donde va por el pueblo. Pero fue la corona quien no tuvo tanto afecto hacia su persona. 

El Sansón Extremeño desafía al rey Católico.

Corrían tiempos turbulentos en la corte con multitud de intrigas. El rey cuestionaba a Gonzalo de Córdoba (El Gran Capitán, ahora virrey de Nápoles), quien Diego Paredes defendía a capa y espada por su honradez. Tal fue así que en una ocasión, mientras los nobles esperaban a que Fernando el Católico terminase sus oraciones, entró Paredes de forma súbita en la estancia, quien hincado de rodillas dijo: "Suplico a V.A. deje de rezar y me oiga delante de estos señores, caballeros y capitanes que aquí están y hasta que no acabe mi razonamiento no me interrumpa" ​Todos quedaron asombrados, expectantes ante la posible reacción del monarca por semejante osadía, pero Paredes prosiguió: "Yo, señor he sido informado que en esta sala están personas que han dicho a V.A. mal del Gran Capitán, en perjuicio de su honra. Yo digo así: que si hubiese persona que afirme o dijere que el Gran Capitán, ha jamás dicho ni hecho, ni le ha pasado por pensamiento hacer cosa en daño a vuestro servicio, que me batiré de mi persona a la suya y si fueren dos o tres, hasta cuatro, me batiré con todos cuatro, o uno a uno tras otro, a fe de Dios de tan mezquina intención contra la misma verdad y desde aquí los desafío, a todos o a cualquiera de ellos"​ y terminó su desconcertante discurso arrojando su enorme guante en señal de desafío. Ninguno de los allí presentes se arriesgó a romper el tenso silencio del ambiente y enfrentarse al Sansón de Extremadura. Fernando el Católico, sólo él, porque nadie se atrevió a tocarlo, hizo entrega a Paredes del guante arrojado en señal de desafío. Cuando el incidente llegó a oídos del Gran Capitán, éste selló una amistad inquebrantable con aquél que le había defendido públicamente exponiéndose a la ira de un rey.

En 1507, presionado por la nobleza, Fernando el católico despojó a Diego García del marquesado. Este, renegoso de España, comenzó un periodo de rebeldía lanzándose a lo largo del mar Mediterráneo ejerciendo la piratería durante un tiempo. Paredes fue proscrito en España y llegó a ponerse precio a su cabeza.
En 1509, Fernando el católico animado por el cardenal Cisneros, ansiaban catolizar el norte de África con el objetivo de llegar a Jerusalén en una guerra santa. Fernando no dudó en perdonar a Paredes y unirlo a sus filas como soldado de Cristo. Los siguientes años, los pasó librando batallas y engrandeciendo su palmarés hasta que acabo formando parte del séquito real de Carlos V.

 La triste ironía del destino, quiso que uno de los guerreros mas grandes, que fue el asombro y el terror de su tiempo, fuese a encontrar la muerte de la forma mas absurda. Fue a consecuencia de las heridas recibidas al caer accidentalmente de su caballo, al intentar derrotar una débil paja en una pared compitiendo con unos chiquillos. En su lecho de muerte pronunció "parece que le place a Dios que por una liviana ocasión se acaben mis días".  Cuando lavaron el cadáver antes de ponerlo en el sepulcro, se le halló todo cubierto de cicatrices, consecuencia natural de más de cuarenta años de activa vida militar dedicada al oficio de las armas. Sus restos permanecen en la iglesia Santa María la Mayor de Trujillo.


Iglesia Maria la Mayor, Trujillo.

Su tumba en latín reza lo siguiente: "A Diego García de Paredes, noble español, coronel de los ejércitos del emperador Carlos V, el cual desde su primera edad se ejercitó siempre honesto en la milicia y en los campamentos con gran reputación e integridad; no se reconoció segundo en fortaleza, grandeza de ánimo ni en hechos gloriosos; venció muchas veces a sus enemigos en singular batalla y jamás él lo fue de ninguno, no encontró igual y vivió siempre del mismo tenor como esforzado y excelente capitán. Murió este varón, religiosísimo y cristianísimo, al volver lleno de gloria de la guerra contra los turcos en Bolonia, en las calendas de febrero, a los sesenta y cuatro años de edad. Esteban Gabriel, Cardenal Baronio, puso este laude piadosamente dedicado al meritísimo amigo el año 1533, y sus huesos los extrajo el Padre Ramírez de Mesa, de orden del señor Sancho de Paredes, hijo del dicho Diego García, en día 3 de las calendas de octubre, y los colocó fielmente en este lugar en 1545".

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