DESAFÍO DE BARLETTA, 1502

"Tanto se altercó sobre esta materia, que hubo de resultar en sangriento fin, por razón que los españoles son no poco suntuosos y ambiciosos de la honra" 

Cuando el honor del ejército español se medía en duelo a muerte con caballo y espada. Este fue el temible desafío que humilló a los soldados franceses.

Recreación de un desafío

En el año 1500 se firma el tratado de Granada en el que Luis XII de Francia y Fernando el Católico se repartían el reino de Nápoles. Un año después las tropas francesas penetraron en el territorio napolitano desde el norte, mientras que las tropas españolas lo hacían desde el sur. Federico I de Nápoles fue derrocado y su reino se dividió entre la corona de Aragón y Francia. 

Como cabría esperar, no tardó mucho en surgir tensiones entre soldados españoles y franceses. La lucha e invasiones territoriales entre las tropas francesas y las españolas en Nápoles dieron lugar a constantes desafíos personales entre paladines de ambos bandos por cuestiones de honra. Preocupados por el goteo de muertes que suponían entre sus filas, los comandantes de ambos ejércitos intentaron sin éxito prohibir estos desafíos. 

En el verano de 1502 el ejército francés liderado por Luis de Armagnac llegó al enfrentamiento armado contra las tropas españolas bajo el mando de Gonzalo Fernández de Córdoba. Durante los primeros compases de este enfrentamiento, las fuerzas francesas, más numerosas, avanzaron en dirección sur ocupando la parte que en el tratado de Granada había correspondido a los españoles, que fueron reducidos a unas pocas plazas en Calabria y Apulia. Gonzalo Fernández de Córdoba y el cuerpo principal de sus fuerzas fueron sitiados en la ciudad de Barletta. Muchos fueron los comentarios de los franceses sobre el verdadero valor de los españoles acusándolos de que sólo sabían luchar contra moros y no contra tropas de verdad. 

Extensión del Reino de Nápoles superpuesto con las provincias de la Italia actual

Tales comentarios llevaron a los españoles a retar a sus críticos a un duelo, que por razón de honor fue rápidamente aceptado. El Gran Capitán autorizó el encuentro frente a las murallas de Trani, un terreno neutral a medio camino entre el campamento español de Barletta y el francés de Bisceglie. "Tanto se altercó sobre esta materia, que hubo de resultar en sangriento fin, por razón que los españoles son no poco suntuosos y ambiciosos de la honra." 


El 20 de septiembre de 1502​ a las 13:00 fue la fecha y hora que daría lugar el duelo. Serían los once mejores caballeros franceses contra los once mejores españoles, todos ellos montados en caballo y empleando armas blancas. En el caso español, fue el propio Gonzalo Fernández de Córdoba quien seleccionó a los once entre algunos de sus mejores hombres. Entre los franceses destacaba  Pierre Terrail de Bayard, que se convirtió en la leyenda del "chevalier sans peur et sans reproche"("caballero sin miedo y sin tacha") y simboliza por excelencia los valores de la caballería francesa a finales de la Edad Media.

Pierre Terrail de Bayard

En el bando español lo hacía Diego García de Paredes, "El Sansón extremeño", un mítico soldado extremeño temido en el campo de batalla e invencible en multitud de duelos similares. El médico del siglo XVI Juan Sorapán de Rieros lo menciona así en sus crónicas: "En desafíos particulares, con los más valientes de todas las naciones extrañas, mató solo por su persona, en diversas veces más de trescientos hombres, sin jamás ser vencido, antes dio honra a toda la nación española"

Diego García de Paredes

Estos fueron los participantes de cada bando:

Armas de Francia Caballeros franceses:

Pierre Terraill de Bayard
François d´Ursé
Pierre de Pocquière
Hector de la Rivière
Pierre de Guiffrey
Noël du Faby
Louis de Saint-Bonnet
René de La Chesnaye
Antoine de Clermont
Jacques de Mondragon
Aymon de Salvaing

Armas de España Caballeros españoles:

Diego García de Paredes
Diego de Vera
Jorge Díaz
Oñate
Moreno
Andrés de Olivera
Segura
Gonzalo de Arévalo
Gonzalo de Aller
Rodrigo Piñán
Martín de Tuesta

Una gran multitud de espectadores asistió al duelo, más de 10000 personas. Se limitó el escenario del combate con piedras y un pequeño foso. Las reglas eran simples, todo aquel que saliera del campo sería hecho prisionero. Quien al caer la noche tuviese más caballeros en pie sería el vencedor. Por supuesto se podía matar al contrario. 

La lucha se inició a mediodía. Al sonido de las trompetas los combatientes se lanzaron unos contra otros. Los franceses se han quedado con diez muy pronto y nuevamente sufren otra baja, esta ya definitiva (una estocada mortal). Los españoles, que sólo han perdido a uno de sus hombres y cuentan con casi todos sus caballos, se estrellan una y otra vez contra la defensa francesa y no consiguen materializar su superioridad. La contienda parecía estar decantada a favor de los españoles. Los franceses, en su mayoría derribados, decidieron atrincherarse tras los cadáveres de sus caballos, impidiendo nuevas cargas de caballería, y buscando un empate técnico, pues la noche se acercaba.

Recreación de un duelo

Ya llevan casi cinco horas de duelo y está oscureciendo. Será entonces, a punto ya de caer la noche, cuando los franceses comandados por Pierre Terraill de Bayard ofrecerán a sus rivales dejar las cosas como estaban, retirar cuanto habían dicho los días anteriores cuestionando la gallardía de los soldados españoles, y acordar un empate. A los españoles les pareció conforme, sobre todo porque la noche estaba cayendo, pero no a Diego García de Paredes, quien sólo concebía la victoria absoluta. Sentenció así que "de aquel lugar los había de sacar la muerte de los unos o de los otros".

En una de sus demostraciones de fuerza hercúlea, con el caballo herido, con la lanza rota en el encuentro y con la espada perdida en el combate, empezó a coger las grandes piedras que delimitaban el campo de batalla y empezó a tirárselas a los franceses, los cuales aprovechando el momento, salieron de los límites del campo del honor quedando los españoles dueños de él. Esto dejó asombrada a la multitud y a los propios jueces. Sin embargo, los jueces dieron el combate en empate, nombrando a los españoles de valerosos y esforzados y a los franceses de hombres de gran constancia.

Recreación de un duelo

Al día siguiente, Gonzalo de Aller, el duelista español que había sido hecho prisionero, desafió al francés que había corrido la misma suerte. El francés aceptó el desafío, pero luego no se presentó el día señalado. Aller fabricó una figura de un soldado francés y la arrastró atada a la cola de su caballo.

Diego García de Paredes desafió al francés Formans por hablar mal de los españoles. Tras aceptar el desafío, nunca se presentó a luchar.

Fueron una veintena de españoles quienes llegaron a retar a muerte en duelo a los franceses pero estos se negaron respondiendo que ya se verían las caras luchando con el ejército....

ResultadoIncierto.
Fuerzas en combate
11 caballeros franceses11 caballeros españoles
Bajas
1 muerto
1 rendido
1 rendido

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