EXPEDICIONES EN BUSCA DE "EL DORADO" , 2º PARTE

"Tienen oro en las narices, en los pechos, en los brazos, en las piernas y que es gente muy rica"

La leyenda de "El Dorado", la fiebre y locura de los conquistadores españoles, 2º parte.

Escena de la película Oro de 2017

  • Expedición de Diego Hernández de Serpa
Diego Hernández de Serpa fue durante algunos años un perseguidor de corsarios en el mar Caribe. Su hermano, Ginés Hernández, fue uno de los que acompañó a Orellana en el descubrimiento del Amazonas (1542), trayendo de ese viaje la noticia sobre "grandes reinos y tierras de grandes riquezas". En 1549, Diego Hernández se embarcó en una expedición con rumbo a la Guayana sin obtener ningún éxito.

En octubre de 1569 Diego arribó a Nueva Córdoba (hoy Cumaná) y desde allí envió a dos capitanes con la misión de avanzar durante cuarenta días sin detenerse con el objetivo de examinar el territorio y establecer contactos que permitieran el reabastecimiento de alimentos.​ A su retorno, ambos capitanes, que habían tomado rumbos distintos, informaron al Gobernador haber visto pepitas y piezas labradas en oro.​ El plan de Diego era llegar hasta el Orinoco a la altura de Caboruto, pasar allí la estación de lluvías y luego continuar hasta la Guayana. Sin embargo, a los pocos días de haberse iniciado la trevesía, algunos de los hombres desertan y unos indios atacan a la expedición, provocando la muerte de la mayoria de los soldados y del propio Diego Hernández.

  • Expedición de Juan Ponce de León II


En enero de 1569, el rey Felipe II, le entrega a Juan Ponce de León II la capitulación para el poblamiento de las islas de Trinidad y Tabago. El nuevo gobernador llega a Trinidad en diciembre de ese mismo año y levanta el fuerte. Una vez instalados allí, los españoles de Trinidad establecieron contactos con los indios del Golfo de Paria con la intención de comerciar. Los indios les habían relatado que el oro que tenían se sacaba del valle del río Caroní. 
Juan Ponce planeó realizar una expedición en busca del precioso metal. Sin embargo, el hambre, las enfermedades y la resistencia de los indios nativos de la isla provocaron que Trinidad fuese nuevamente despoblada.

Gonzalo Jiménez de Quesada

  • Expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada
La aventura vital de Gonzalo Jiménez de Quesada en el Nuevo Reino de Granada es el mejor ejemplo de lo que fue el destino ambiguo de los conquistadores españoles de América: a la vez triunfal y desgraciado.

Llega a Santa Marta, en 1536, y debido a la precariedad que se vivía en esa ciudad, Jiménez de Quesada organizó desde esa ciudad​ una excursión hacia el interior del territorio siguiendo el curso del río Magdalena (llamado así por haberse descubierto el día de Santa María Magdalena), que dividía a las provincias de Santa Marta y Cartagena, con la intención de alcanzar el nacimiento de dicho río donde las historias de los indios le contaban la leyenda de "El Dorado", un fabuloso país donde el oro aflora en la roca misma. Y aquello cambiaría para siempre la vida de nuestro hidalgo caballero.

Gonzalo busca oro, gloria, fama y servir a Dios y al Emperador. Con esas metas en la cabeza recorrió 800 km tierra adentro y sólo 166 de sus hombres sobrevivieron a la aventura, algo nunca realizado hasta entonces. Se encuentran con diversos caciques indios durante su travesía. Pese a la buena voluntad de Quesada, conquistadores e indios se roban, se matan, se traicionan (unos a otros y también entre si). Pero nuestro héroe, en actitud quijotesca, parece estar en otro mundo y sigue recorriendo la selva y conquistando territorio.

En el Altiplano de Bogotá, los nativos informan a Quesada de que otra expedición se acerca por el este. Se trata de un contingente alemán dirigido por Nicolas Federmann, y a quien Carlos I ha dado permiso de exploración, gracias a uno de los tantos intereses financieros del Emperador. Pero por si fuera poco, cuando Federmann y Quesada se ponen de acuerdo para repartirse el botín, los nativos vuelven a darle otra noticia: una nueva expedición se acerca desde el oeste. Ésta la comanda Sebastián Moyano de Belalcázar, a quien Pizarro había enviado desde Quito. Resulta curioso que sólo un año antes, nadie había penetrado en estos parajes. Pero ahora la zona se mostraba demasiado concurrida para la época. La razón: todos buscaban "El Dorado".

Para evitar un pleito, los tres capitanes, perplejos, deciden volver a España y que el Rey decida el reparto. Lamentablemente la campaña alemana terminará en tragedia porque la ambición de los germanos, hace que se aniquilen entre sí y Federmann es encarcelado por orden de sus propios jefes en cuanto volvió a Europa. Con Federmann fuera del terreno, Carlos I reparte las nuevas tierras. A Belalcázar le entrega la zona suroccidental de Colombia (Popayán). A Jiménez de Quesada le nombra, además de regidor de Santa Fe de Bogotá, Mariscal del Nuevo Reino de Granada y Gobernador de El Dorado.
¿Qué quieren decir esos cargos? En realidad, nada: el Reino de Nueva Granada no existe como tal y se ignora dónde está El Dorado. Pero para nuestro héroe, tan quijotesco, es un título de gloria que le permitirá organizar expediciones hacia lo desconocido.


Nuestro héroe regresa a España, donde pasará los próximos diez años. Con 60 años (un anciano para la época) en 1568 obtiene del Rey el título de "Adelantado" y da comienzo a su segunda y más delirante aventura: la búsqueda de El Dorado. Partió nuevamente a América donde recorre la selva durante tres años soportando ciénagas, caimanes, pirañas, tarántulas, jaguares, malaria, tifus y tribus hostiles. Sin embargo, en 1572 regresa con las manos vacías, con un coste de la aventura de 2000 vidas. Lo sorprendente, es que el viejo hidalgo sobreviviera. Se lo llevaría más tarde la lepra en 1579.

Antonio de Berrío


  • Expedición de Antonio de Berrío

El 3 de enero de 1584 el conquistador español Antonio de Berrío, heredero de la capitulación de Gonzalo Jiménez de Quesada, emprende una expedición hacia la cuenca del Orinoco. En el rio Guaviare divisa una cadena montañosa hacia el Este y afirma "...que en la cordillera hay una laguna grandísima y que de la otra parte de ella hay grandes pobladores,... y gran riqueza de oro y piedras...". Ya sin fuerzas decide retornar y labrar un acta con los resultados de la expedición.

En 1587, Berrio emprende otra expedición hacia las montañas que había divisado algunos años atrás. Tras dos meses sin resultados y sin recibir refuerzos decide volver a la isla Margarita. En 1590 Berrio emprende su tercera exploración, avanzando nuevamente por el río Orinoco y luego por el Caroní. Tras semanas de caminata sin encontrar nada de lo esperado, la fuerte de su mujer hace fracasar una vez más su expedición.

La principal fuente consultada por Berrio demuestra nuevamente como la fe y la sed aventurera de estos hombres estaba fuera de toda duda. Poseía lo que era un supuesto diario, escrito por un hombre llamado Iones Martínez, quién había participado en la expedición de Diego de Ordaz. Este contaba que Martínez por error había incendiado un polvorín y fue condenado al abandono solo en una canoa cuando aún estaban en el río Orinoco, lo que significaba prácticamente una sentencia de muerte.​ Sin embargo, unos indios guayaneses lo encontraron y lo llevaron a la gran ciudad de "Manoa" donde vivió siete meses. Según relata, Manoa era un ciudad donde el oro abundaba y se utilizaba para diversas cosas, como por ejemplo, para la fabricación de armaduras y escudos de guerra. Una vez finalizado éste proceso, todos se sentaban a beber, incluso durante varios días seguidos. El gran cacique de la ciudad despide al español que quiere volver con los suyos y le regala varios tesoros de oro. Martínez parte de aquel reino del Orinoco, siendo asaltado en el camino por unos indios que le arrebatan todo el tesoro, quedándole únicamente unas vasijas llenas de cuentas labradas en oro. Tras pasar por Trinidad y Margarita, Martínez desembarco en Puerto Rico. Allí entregó las vasijas llenas de oro a la Iglesia y narró todo lo sucedido en la travesía antes de morir.

Continuando con su plan de encontrar El Dorado, Berrio funda en la isla grande de Trinidad el pueblo de San José de Oruña (1592) y se instala allí al año siguiente. En 1594 la escuadra de Walter Raleigh (un corsario y marino inglés) interceptó una embarcación española donde iban las cartas de Berrío en las que informaba de que había conseguido "El Dorado". Esta noticia impulsó a Raleigh a desembarcar en Trinidad en marzo de 1595, tras lo cual incendia la ciudad y se lleva prisionero a Berrio. Tras esto Raleigh intento encontrar la ciudad de oro sin éxito. Finalmente Berrio es liberado como parte de un canje de prisioneros.

Una vez liberado, Berrío reunió gente y partió desde Margarita hacia el Orinoco, fundando en 1595 la ciudad de Santo Tomé de Guayana (hoy Ciudad Bolívar) para desde allí organizar la expedición a Manoa. Berrío esperó la llegada de su hijo Fernando quién traería refuerzos desde Bogotá, sin embargo este llega dos años después, encontrando el poblado abandonado y a su padre a punto de morir. Posteriormente, Fernando de Berrío, heredó la gobernación de su padre y realizó varias expediciones al macizo de Guayana con el fin de hallar "El Dorado", siendo este el primer europeo en observar la cascada denominada Salto del Ángel.


Salto del Ángel en Venezuela

  • Expedición de Domingo de Vera e Irigoyen


Instalado en San José de Oruña y sin posibilidades de encabezar una gran expedición, el gobernador Antonio de Berrío decide enviar, en 1593, a su Maestre de Campo, Domingo de Vera e Irigoyen (o Ibargoyen) con 35 y algunos indios, a explorar el interior del continente. Entre estos indios se encuentra un cacique llamado Morequito, quien había sido secuestrado por Berrio, pero que tras ser cristianizado procuró guiar a los españoles rumbo al oro de las guayanas. 

Domingo de Vera se introduce en el Orinoco y llega hasta la altura del río Caroní, a la tribu de Morequito. Este es liberado como muestra de agradecimiento y este advierte a su tribu que escondan todo el oro que tengan. Morequito esta empeñado en sabotear la expedición y avisa a las demás tribus de la zona para parar a los españoles.  Domingo de Vera descubre su plan y vuelve a encadenar al cacique. Va describiendo a medida que avanza que el camino está poblado por "muchísima gente" y que "tienen oro en las narices, en los pechos, en los brazos, en las piernas y que es gente muy rica". 
Sin embargo, el Maestre de Campo se entera que Morequito tiene planeado enviar a los españoles por un camino donde no había agua en dos días, para que luego fueran emboscados, hecho que determinó el fin de la travesía, pudiendo Irigoyen y su gente volver a salvo.

Mapa de 1599 donde aparecen los lagos Casipa y Parime y la ciudad de El Dorado.

  • Expedición de José Cabarte
A comienzos del siglo XVIII, el padre José Cabarte, de la Compañía de Jesús, pasó 39 años en las misiones del Orinoco siguiendo los rastros de la expedición que había realizado el tudesco Felipe von Hutten en busca de El Dorado. En estas misiones el padre Cabarte catequizó y bautizó a un indio llamado Agustín, que según le relató, a la edad de quince años había sido capturado y esclavizado por los habitantes de la ciudad de Manoa, pasando allí otros quince años. Finalmente él y tres indios más lograron huir a instancias de otro esclavo que conocía el camino. Tras salir de Manoa debieron caminar unos veintitrés días hasta llegar a las orillas del río Orinoco. El indio Agustín le certificó al padre Cabarte que aquella ciudad poseía grandes riquezas y muchos habitantes. Cabarte jamás llegó a encontrar la ciudad.

  • Expedición de Manuel Centurión
En 1729, Guayana pasa a formar parte de la Provincia de Nueva Andalucía hasta 1762. El Gobernador de Guayana, Manuel Centurión, se dedicó a poblar, fortificar y cartografiar el territorio con el objetivo de consolidar el dominio español. Por una necesidad político-militar, Centurión encaró la misión de desentrañar definitivamente el misterio del Lago Parima y del Cerro Dorado. Paranacare, un cacique local, se ofreció a guiar a los españoles. En 1771 Centurión ordena diseñar un nuevo Plano General de la Provincia de Guayana. En enero de 1772 el Gobernador envía una expedición encabezada por el teniente de artillería Nicolás Martínez para el descubrimiento de la legendaria laguna. Los indios del lugar les informaron que los portugeses habían llegado a la región de Parima. Esta noticia alarmó al gobernador Centurión. 

En marzo de 1773 el Gobernador despachó una nueva expedición al mando del teniente de infantería Vicente Díez de la Fuente. Posteriormente Centurión envió a doscientas familias para poblar siete nuevos asentamientos, de los cuales tres se hallarían en la frontera con la región de Parima. 

La tercera expedición española partió en octubre de 1775, siendo nuevamente organizada por Díez de la Fuente. Tras pasar por los pueblos recientemente fundados, la expedición continuó río arriba por el Tacutu en dirección al "Cerro Dorado". Este episodio generó un intercambio de protestas entre los gobernadores españoles y portugueses por la soberanía que pretendían ambas coronas sobre dicha región. Tras la escalada bélica registrada en 1776 se produjo un acercamiento entre los gobiernos de España y Portugal para fijar nuevos límites en el territorio sudamericano. España logró recuperar algunas zonas de la región del Paraguay y del Río de la Plata, aunque a cambio debió ceder un amplio sector del norte del Amazonas, donde los portugueses evidentemente estaban más consolidados que los hispanos.

Por aquel entonces, ya existían numerosos indicios de que la legendaria Laguna Parima no era más que una planicie de inundación de una cuenca fluvial, cuya principal arteria era el río Parime. 

Laguna sagrada de Guatavita (Colombia)

La historia de las ofrendas de oro y esmeraldas también condujo a los primeros intentos por desaguar las lagunas sagradas de los muiscas. 

El primer desagüe de la laguna de Guatavita lo realizó Hernán Pérez de Quesada, consiguiendo únicamente el equivalente a tres o cuatro mil pesos de oro. En 1652, un rico mercader de Bogotá, llamado Sepúlveda, obtuvo de Felipe IV la concesión para una segunda pesquisa. Sepúlveda realizó un corte en uno de los cerros con el fin de desaguar la laguna, obteniendo de esta empresa solo una valiosa esmeralda. Finalmente, una compañía inglesa, por concesión del gobierno de Colombia, procedió a desaguar completamente la laguna de Guatavita, descubriendo en su fondo una capa de lodo de tres metros de espesor. Allí fueron encontrados algunos tunjos, esmeraldas y objetos de cerámica.


Laguna sagrada de Siecha (Colombia)

La laguna Siecha fue parcialmente desaguada en 1856 por los señores Joaquín y Bernardino Tovar, asociados a Guillermo Paris y a Rafael Chacón. El nivel de las aguas descendió unos tres metros permitiendo descubrir varias esmeraldas y algunas piezas de oro, entre las que se destacaba una balsa muisca,​ similar a la hallada en 1969, pero que actualmente se encuentra desaparecida.

En 1870 se realizó un nuevo intento por desaguar la laguna Siecha, llevada a cabo por Crowther y Enrique Urdaneta, que perforaron 187 metros de roca de arenisca sobre el muro occidental. Sin embargo, cuando faltaban 3 metros para finalizar el túnel, los dos señores y un peón murieron asfixiados por las emanaciones viciadas del lodo sumadas al olor de la combustión de la pólvora empleada para la perforación.

Balsa muisca (600 y 1600 d. C)

La leyenda de "El Dorado" y las acometidas por encontrar el tesoro no cesaron hasta avanzado el siglo XVIII, cuando los estudios cartográficos cercaron el mito y lo redujeron a una realidad menos fabulosa y lucrativa.


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