LA CRUEL REALIDAD DE AL ANDALUS

"El mundo académico ha buscado contraponer la imagen de un al-Andalus edénico a la de una España fanática, atrasada y genocida"

¿Cómo desaparecieron los cristianos de Al Ándalus? Así fue la vida y resistencia de los mozárabes.

El caudillo árabe Almanzor capturaba esclavos cristianos en sus incursiones militares

El 19 de julio de 711 se inicia la lucha decisiva, conocida como la batalla de Guadalete, que abrirá definitivamente las puertas de Hispania a ocho siglos de ocupación musulmana. El rey godo Rodrigo es derrotado y su dominio sobre la Península se difumina. Con la conquista de Hispania culminó en Occidente la fulgurante expansión árabe iniciada tras la muerte de Mahoma, en 632. En apenas 10 años, los Ejércitos de los califas (los sucesores del Profeta al frente de la comunidad musulmana) se habían hecho con todo el Próximo Oriente hasta Egipto.

Ese régimen perduró siglos en la Península, hasta que el 2 de enero de 1492, Muhámmad XII, o Boadil, como le conocían los cristianos, entrega las llaves de Granada, el último reino andalusí, a los Reyes Católicos. Por eso, cada 12 meses, la ciudad andaluza celebra esa fecha. Sin embargo, en los últimos años, distintas organizaciones se han opuesto a dicha conmemoración, tachándola de xenófoba. Una corriente que se basa en algunos estudios, discutidos por los expertos, que consideran que Al-Andalus fue un ejemplo de perfecta convivencia entre tres religiones: islamismo, judaísmo y cristianismo.

Según el historiador Rafael Sánchez Saus: "Quienes ponen a Al-Andalus como ejemplo de tolerancia lo que hacen es una manipulación brutal en términos históricos" 

Evolución de los reinos peninsulares

Durante el siglo VIII y las primeras décadas del IX, la población cristiana era una amplísima mayoría, en torno al 90% de la población de Al Ándalus. En un primer momento, esta población cristiana pudo mantener su autonomía, regulada por unos pactos producidos en el momento de la conquista. Los cristianos en Al-Ándalus fueron designados como mozárabes pero no por los musulmanes sino por los cristianos del norte cuando aquellos emigraban a sus territorios para señalar su especificidad lingüística: hablaban árabe, y no una lengua romance derivada del latín. El primer documento en que aparece el término es del reino de León y está fechado en 1024.

Aquellos pactos dieron pronto paso al sistema de la dimma. Los cristianos y judíos podían practicar el culto con grandes limitaciones, y a cambio de ello se veían sometidos a un conjunto de normas discriminatorias y humillantes en su vida personal, social y cotidiana, como precio a pagar por vivir en un país sometido al poder musulmán. Toda la legislación, cualquier disposición y el espíritu de las normas tendían a someter dejando patente la humillación, la debilidad y la derrota de los cristianos, que tenían que pagar impuestos superiores. El cristiano sólo tenía dos salidas: o apostataba de la fe o se convertía poco menos que en esclavo. Aunque estaban desarmados y desmoralizados, los mozárabes protagonizaron abundantes rebeliones y protestas mientras fueron la mayoría.


"La tolerancia de Al Andalus es un cuento de las mil y una noches"

Lo primero que hemos de tener presente al analizar el destino de los mozárabes es que las crónicas árabes apenas les mencionan. Sabemos que hubo rebeliones porque se narran algunas de ellas, sobre todo cuando se aplastan, pero no sabemos cuántas, o bien por fuentes cristianas. 

Mediante la dimma, el cristiano o judío recuperaba una parte de los derechos negados. Este no musulmán estaba obligado a abonar dos impuestos. Uno era el jarach, sobre la tierra, que podía alcanzar la mitad de la cosecha, y sin reducciones (encima, la deuda se acumulaba en los herederos), mientras que el musulmán abonaba entre un 5% y un 10%. El otro, era la jizya, que era personal, a cambio de que la comunidad islámica le perdonase la vida. Su cantidad variaba y su pago se hacía en público y bajo humillaciones; en el reinado de Abderramán III se pagaba cuatro veces al año.

Como los cristianos fueron la mayoría de la población de Al Andalus hasta el siglo X, nos encontramos ante un sistema colonial, en el que una minoría armada y salvaje vive en la opulencia mediante el saqueo legal de la mayoría sojuzgada. 

A pesar de la segregación y de la violencia que padecían, de la que podían librarse en parte abjurando de su fe, los cristianos resistieron la absorción por siglos. Según Richard W. Bulliet, a finales del siglo VIII sólo el 10% de los andalusíes era musulmán; un 20% una centuria después; a mediados del X, en el auge del califato, un 50%; y a principios del siglo XI, ya el 80%.

Pintura árabe de la época

Mencionaremos algunas insólitas leyes aplicadas a los cristianos. Por ejemplo, un cristiano que matara a un musulmán, aún en defensa propia, era indefectiblemente condenado a muerte -no así al contrario-. Un testimonio de un seguidor de Cristo contra un miembro del Islam no valía ante un tribunal. Un cristiano tenía que levantarse si entraba un musulmán en la estancia, solo podía pasarle por el lado izquierdo (considerado maldito), y no podía montar a caballo en su presencia. Tampoco podía contar con servidumbre de esa religión, ni la vivienda de un seguidor de las doctrinas de Cristo podía ser más alta que la de un árabe hasta el punto de, en ese caso, tener que demoler el piso superior.

Hubo discriminaciones contra las minorías en Al-Andalus: persecución de judíos y cristianos por parte de los musulmanes, deportaciones masivas de cristianos y judíos hacia el norte de África, grandes matanzas de judíos en Granada en el siglo XI... Por supuesto, luego los cristianos hicieron exactamente lo mismo con los musulmanes. Hubo vejaciones y discriminaciones durísimas.

Ese régimen perverso se mantuvo en la península durante siglos, por lo que la realidad de la vida de los cristianos en Al-Andalus poco o nada tiene que ver con las ensoñaciones interesadas que nutren un mito construido a costa de la verdad histórica. El mundo académico ha buscado contraponer la imagen de un al-Andalus edénico a la de una España fanática, atrasada y genocida.

Gran mezquita de Córdoba

Tras la desaparición del califato de Córdoba en el año 1031, la situación de la cristiandad mozárabe era prácticamente irreversible. Con la llegada de los almorávides primero, en el 1086, y de los almohades después, desde el 1145, comenzó un periodo que ya no era de presión, sino de marginación y aniquilación. Comenzaron a ser frecuentes las deportaciones al norte de África, la persecución y destrucción de iglesias y las matanzas. Los cristianos mozárabes respondieron con una emigración masiva de todos los que podían hacia el norte, a los reinos cristianos.

Así es como termina la heredera de la cristiandad española, de forma que hacia 1150 se les pierde el rastro. Puede decirse que a partir de esta época, no hay ya comunidades cristianas en al-Ándalus. Podía haber pequeños grupos, aislados y en situación precaria, pero la estructura eclesiástica había sido eliminada por completo.

En las décadas anteriores, cuando los reinos de taifas caían ante los ataques cristianos, muchos mozárabes aprovecharon para colaborar con sus hermanos en la fe o escapar. Alfonso I de Aragón, que penetró en Al Andalus en 1125, regresó a sus tierras con no menos de 10.000 mozárabes. Los almorávides deportaron a miles de mozárabes a Marruecos en las primeras décadas del siglo XII. 

Sin embargo, los mozárabes de los siglos XI y XII no fueron recibidos siempre con los brazos abiertos por los cristianos libres. Éstos se habían desprendido de neogoticismo, insuflado por el clero mozárabe que había emigrado a Oviedo y León desde el siglo VIII, y que si bien había permitido a la España cristiana sobrevivir en esa edad oscura, ni era posible su restauración ni podía animar a la Cristiandad hispana a expulsar, por sus solas fuerzas a los invasores.

En España, el Camino de Santiago y los monjes cluniacenses (llamados por los monarcas para levantar los monasterios destruidos por Almanzor) trajeron las nuevas ideas católicas y el espíritu de cruzada. Los reyes de León, Navarra, Castilla y Aragón habían aceptado sustituir el rito litúrgico nacional, que seguían practicando los mozárabes, por el romano. En el Toledo reconquistado (1085) se produjo un conflicto tan profundo que el papa concedió el privilegio de su mantenimiento en seis parroquias.

Batalla de la Reconquista

Además, debido al proceso de aculturación que padecían desde hacía siglos –y del fracaso de su goticismo para defenderse de él-, los mozárabes estaban tan arabizados que usaban nombres árabes y se circuncidaban (hábitos que practicaban incluso los clérigos), hablaban el árabe mejor que las lenguas romances y el latín, vestían a la oriental y pretendían descender de personalidades árabes. También en ellos arraigaron varias herejías por influencia islámica, sobre todo las que negaban la divinidad de Cristo o la Trinidad, como el adopcionismo, defendida por un arzobispo de Toledo, Elipando.

Así concluyó una comunidad que sufrió lo indecible en su propia tierra por lealtad a Cristo y la Iglesia.

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