HERNÁN PÉREZ DEL PULGAR (1451 - 1531), EL DE LAS HAZAÑAS

 «Sed testigos de la toma de posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles»

Hernán Pérez protagonizo una de las historias más heroicas que ha llegado hasta nuestros días, realizada en la guerra de Granada en el mes de diciembre del año 1490

Hernán Pérez Del Pulgar

Nació en Ciudad Real el 27 de julio de 1451 (en una casa que todavía se conserva y acoge en la actualidad el Museo López-Villaseñor) y es bautizado en la cercana iglesia de Santa María la Mayor, hoy catedral. Su registro bautismal se conserva en la parroquia de La Merced, sita muy cerca de aquella. Era hijo de Rodrigo Pérez del Pulgar y Poblete, y de Constanza García Osorio y Cárdenas, Hernán Pérez del Pulgar era pariente próximo de Alonso de Cárdenas, maestre de Santiago, y de Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León. 

Hizo sus primeras armas en la guerra con Portugal, donde se distinguió de tal manera que fue nombrado “continuo” y "gentilhombre" de la casa real. En 1481 recibía ya 40.000 maravedís anuales de quitación y salario. 

Enrolado ya en la guerra de Granada, en 1482 llegó a Alhama el 26 de agosto, siendo alcaide y capitán de la ciudad su tío Luis Osorio, obispo de Jaén. Se ocupó de la guarda de la plaza, auténtica punta de lanza clavada en el interior del territorio granadino desde que fuera conquistada en el mes de marzo anterior. Responsable del reparo y conservación de los muros y cercas, también se ocupó de pagar los sueldos de la guarnición y de proveer a su abastecimiento. No por eso dejaba de participar en las incursiones que se hacían a tierra de moros.

Reino nazarí en 1482, antes del comienzo de la guerra de Granada

Ese mismo año de 1482, sitiado junto al duque de Cádiz en Alhama de Granada por las tropas musulmanas, protagoniza una arriesgada operación en la que logra eludir el cerco y llegar hasta Antequera para pedir auxilio. Protagonizaba así su primera gesta al traer una recua cargada de provisiones desde Antequera. Al parecer, estando en el llano de Cantaril, entre Archidona y Loja, el miedo se apoderó de los arrieros y su escolta al divisar la frontera y quisieron dar marcha atrás y volver a Antequera. Primero con palabras y luego a lanzadas, Pulgar los convenció para que siguieran y, una vez cruzada la sierra, llegar a Alhama con las anheladas provisiones.

Pulgar prosiguió con sus labores habituales como contador bajo el mandato de Gutierre de Padilla, clavero de Calatrava, que había sido nombrado alcaide de Alhama en junio de 1484, tomando parte en las distintas empresas acometidas por éste. La acción más notable fue la toma de la fortaleza de Zalia, que dominaba el camino a Vélez Málaga, en septiembre de 1485.

El rey Fernando puso cerco a Loja el 13 de mayo de 1486. Trece días más tarde Pulgar, que se había incorporado al Ejército Real, partía al frente de 15 escuderos y 60 peones para tomar la fortaleza de El Salar, al este de Loja. Consiguió mediante un engaño que la guarnición granadina saliera a pelear en campo abierto y, tras derrotarla, en la confusión de la retirada se metieron todos, cristianos y musulmanes en el interior de la fortaleza. Esto sucedió el 30 de mayo, un día después de la rendición de Loja. Pulgar recibió una vecindad de las mejores en esta ciudad, así como la tenencia del Salar, que guarneció con sus propios medios.

Torre fortaleza El Salar, Granada

A partir de entonces Hernán Pérez del Pulgar estuvo presente en algunas de las campañas militares más importantes del resto de la guerra. 

En abril de 1487, coincidiendo con el asedio de Vélez Málaga por los ejércitos castellanos, el emir Mohamed el Zagal se presentó con sus tropas en las alturas de Bentomiz, dispuesto aparentemente a presentar batalla a los cristianos. Al día siguiente pelearía esforzadamente contra los granadinos perdiendo un caballo en la refriega. Conquistada ya Vélez Málaga, Pulgar pasó el año 1488 ocupado en impedir las incursiones granadinas sobre la tierra de Loja, protegiendo desde su fortaleza del Salar a los arrieros, cosarios y familias de colonos que se aventuraban a pasar por la zona. El 12 de mayo de 1489 los Reyes le otorgaron una importante merced territorial en satisfacción de los 100.000 maravedís que le debían por la tenencia de El Salar.


La participación de Hernán Pérez del Pulgar en la campaña de Baza reviste interés porque, en esta ocasión, sus hechos fueron recogidos por los cronistas. 

El 16 de agosto de 1489 Pulgar salió con un grupo que iba a saquear ciertas aldeas próximas a Guadix. La incursión se desarrolló sin problemas hasta que, yendo de vuelta, con sus presas, los expedicionarios fueron perseguidos y alcanzados por moros de Guadix y de la comarca del Cenete, que los aventajaban en número. El desánimo hizo mella en la tropa cristiana, cuyos caudillos hablaron de huir al galope, dejando a los peones a merced del enemigo. Fue entonces cuando Pérez del Pulgar, que tenía fama de ser elocuente, animó a sus compañeros a resistir y, tras haber atado a su lanza una toca de lienzo a guisa de enseña, encabezó una furiosa carga contra los musulmanes que concluyó con la derrota de éstos, haciéndose un gran número de prisioneros, entre ellos once alcaides de otras tantas fortalezas del Cenete. Al día siguiente, el rey Fernando armaba caballero a Pulgar y el duque de Escalona le calzaba las espuelas doradas, actuando como padrinos Antonio de la Cueva y Francisco de Bazán. Tres meses después, una vez rendida Baza, el Monarca autorizó a Pulgar a llevar un escudo de armas donde figurasen “un león e una toca por vandera en una lança e onçe castillos al género”.

Escudo de Hernán Pérez del Pulgar

En el verano de 1490 Boabdil atacaba Salobreña en un intento desesperado de asegurarse una salida al mar por donde pudieran llegarle socorros desde el norte de África. Los vecinos mudéjares le abrieron las puertas de la villa, mientras que la guarnición cristiana se hacía fuerte en la alcazaba sin contar apenas con comida y agua. Pulgar consiguió meter por un postigo 70 hombres en el castillo de Salobreña. Después de levantar el ánimo de los sitiados con un discurso simple y persuasivo, Pulgar consiguió desmoralizar al adversario haciéndole creer que contaban con agua y provisiones en abundancia. Pulgar hizo colgar desde el adarve un cántaro de agua y una taza de plata para que pudieran beber de ella la población local. Además, Boabdil supo que el rey Fernando venía desde Córdoba a marchas forzadas y con la intención de cortarle la retirada en el valle de Lecrín, por lo que ordenó levantar el asedio y volver a Granada.

Pérez del Pulgar en una ilustración de comic

A fines de 1490 tuvo lugar la más famosa, y al mismo tiempo increíble, de las hazañas protagonizadas por Hernán Pérez del Pulgar. Estando en Alhama, hizo voto de entrar en Granada a tomar posesión de la mezquita mayor para iglesia y, de paso, pegar fuego a la alcaicería. Con ese propósito, hizo traer un pergamino donde escribió el Ave María con otras oraciones y, en la parte inferior, cómo, para quién y por quién tomaba posesión de la mezquita. La noche del 17 de diciembre salía de Alhama con 15 escuderos, llegando a Granada a la una de la madrugada del día siguiente. Entraron en la ciudad por el punto de la muralla bajo el cual pasaba el Darro y remontaron el curso del río hasta el puente de los Curtidores. Allí se quedaron 9 escuderos guardando los caballos, mientras que los 6 restantes (entre ellos un renegado musulmán que hacía las funciones de guía), dirigidos por Pulgar, se encaminaron por la ribera hasta llegar al Zacatín y, por la calleja del Tinte, salieron derechos a la puerta principal de la mezquita aljama.

Una vez allí, e hincados todos de rodillas, Hernán Pérez del Pulgar clavó el pergamino en la puerta en el que se podía leer junto con el "Ave María" la frase "Sed testigos de la toma de posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles".

Interpretación decimonónica de la acción de Pérez del Pulgar

Tras esto se dirigió a la Alcaicería y le prendió fuego, saliendo a su encuentro la guardia granadina, a la que derrotó en su propia ciudad a pesar de su aplastante inferioridad numérica. Aprovechó entonces la confusión para escapar hasta el río Genil y luego al campamento real de Santa Fe, donde la hazaña le valió la concesión de otro castillo más en su escudo y el derecho a ser enterrado en la futura catedral de Granada, que sería construida sobre la antigua mezquita.

La gesta por él protagonizada, aunque de escaso valor práctico, había dejado atónitos a los granadinos: “que fue cabsa de grande alboroto y escándalo al Rey (Boabdil) y a los moros”.

La base patrimonial del linaje Pérez del Pulgar se estaba gestando en El Salar, donde las 260 fanegas de regadío que Hernán Pérez había recibido por merced se encontraban cerca de las 340 fanegas de secano que le habían entregado los repartidores de Loja en virtud de la merced susodicha y a su condición de vecino de la ciudad. Pulgar venía cobrando 70.000 maravedís anuales por la tenencia de su fortaleza desde el 1 de enero de 1491, pero el recinto fue derribado siete años después por orden real (al mismo tiempo que otras fortalezas del Reino granadino), quedando una torre desmochada y horadada, con algunas bóvedas.

En el invierno de 1500 Hernán Pérez del Pulgar protagonizaba su último hecho de armas. Habiéndose sublevado los mudéjares de la Alpujarra y el valle de Lecrín a raíz de los graves incidentes acaecidos en el Albaicín de Granada, a fines de 1499, el antiguo alcaide marchó con su gente a sofocar la revuelta de la alquería de Mondújar. Y lo consiguió mediante el expeditivo procedimiento de dar muerte personalmente al alguacil local a la vista de toda la población.

Después de este breve episodio bélico Pérez del Pulgar, que estaba a punto de cumplir sesenta años, se retiró a la ciudad de Loja, de la que no tardaría en ser regidor. Por mandato del emperador Carlos V escribió la Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán, sobre las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Nápoles. En 1524 volvió a ser llamado por Carlos V, esta vez para dirigir la guerra contra Francia en la frontera pirenaica, y accedió a pesar de tener ya 73 años.

Capilla funeraria en la iglesia del Sagrario de Granada

En 1526 cedió su cargo de regidor de Loja y el privilegio de sentarse en el coro de la Iglesia Mayor, concedidos también por los Reyes Católicos, a su hijo Rodrigo de Sandoval. Murió el 11 de agosto de 1531 en Granada, a la edad de ochenta años y fue enterrado en la catedral junto a los Reyes Católicos en la Capilla Real de la Catedral de Granada, privilegio muy de destacar, pues no se ha repetido en la historia de España.

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