Muchos escritores del Siglo de Oro defendieron la lealtad al Rey y su fe católica. Lo hicieron con la pluma y la espada allí donde nadie era más que otro.
Allende nuestros mares
allende nuestras olas
¡El mundo fue una selva
de lanzas españolas!
El Siglo de Oro español es el nombre que se da al periodo que abarca aproximadamente desde 1492 a 1659. La fecha de inicio es también la del final de la Reconquista, la del primer viaje de Cristóbal Colón a América y la de la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija, la primera en estudiar el castellano y fijar sus reglas; es también la primera de una lengua románica. 1659 marca el final del Siglo de Oro político, aunque como manifestación artística suele retrasarse la fecha a 1681, año de la muerte del escritor y dramaturgo Calderón de la Barca. Durante este este periodo España se destacó por su preeminencia política y su desarrollo en las artes, la literatura y las ciencias. Coincidió además con el auge político y militar del Imperio español de la Casa de Trastámara y de la Casa de Austria.
Todo este periodo se desenvuelve en un ambiente de conflictos religiosos: división del cristianismo, la crisis del clasicismo y la evolución del manierismo; era una sociedad donde el gusto por lo extravagante, lo elegante y lo refinado era característico.
La literatura española alcanza una plenitud y pujanza de tal naturaleza, que constituye por sí misma, aparte de otros aspectos de la cultura española, uno de los momentos culminantes del espíritu humano. De modo que pocas veces en la historia de la humanidad se ha producido un fenómeno comparable. En este tiempo pocas veces la palabra escrita y hablada llega a cotas raramente alcanzadas por pueblo alguno. En cuanto a los géneros literarios, se cultivaron todos: lírica, épica, novela, teatro, historia, didáctica. En todos ellos se alcanzaron cotas de gran mérito, tanto en la calidad, con grandes obras maestras, como en una asombrosa producción.
Portada original de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de 1605
Armas y letras se convirtieron en las dos principales vías de progreso social consideradas admisibles para aquellos que pretendían alcanzar cierto estatus social… una unión que comenzó a hacerse cada vez más evidente a lo largo del siglo XVI. El español se convirtió en el idioma del imperio, la lengua que toda persona culta de Europa debía conocer a través de la imprenta y emplear en sus discursos.
Alistarse en los Tercios, donde la supervivencia en las grandes batallas no era nada fácil, suponía peligros inmensos, pero también grandes oportunidades, una vida que se convirtió en más que una probable salida profesional para buena parte de la población española.
La guerra se convirtió en el vehículo que permitía a los poetas viajar por Europa y acumular experiencias vitales a las cuales no estaban dispuestos a renunciar, al tiempo que participaban de la vida marcial que, por honor o reputación, todos los españoles de su tiempo se creían obligados a asumir.
De esta unión entre armas y letras resultó favorecida la milicia. Cuando nuestros ejércitos alcanzaban triunfos señalados, era difícil que la pluma de estos soldados-poetas permaneciera quieta y dejara de relatar gráficamente el fragor de las batallas tal como ellos mismos las habían librado, narrando las hazañas y enalteciendo las proezas de la que se decía, la mejor infantería del mundo.
Tercio en marcha y en formación
Aquellos soldados-poetas del Siglo de Oro, que lo mismo luchaban en campos de batalla que rimaban versos, se convirtieron en verdaderos cronistas de guerra, expertos en suavizar la aspereza del combate con el deleite de las letras.
Y es que, si no eran capaces de defender su propia vida con la destreza en el uso de las armas, de nada servirían sus esfuerzos por convertirse en destacados literatos. Por ello, se acostumbraron a verse comprometidos en lances de acero y duelos de honor por salvaguardar no sólo los intereses del Imperio Español, sino también los suyos propios.
Fueron soldados y fueron escritores, dos facetas muy distintas que les permitieron conocieron las dos caras de la vida: la más amarga y la más gloriosa.
- Garcilaso de la Vega (1498 - 1536)
"La vida es corta.
Viviendo todo falta,
muriendo todo sobra"
Nació entre 1498 en Toledo y murió en 1536 en Niza (Francia) a los 35 años de edad. Formó parte en varias expediciones militares: en la Isla de Rodas , en Grecia, contra los turcos otomanos; y en Francia contra Francisco I de Valois en 1522. Fue herido por los turcos en Túnez. Combatió junto al Duque de Alba en Nápoles y Florencia con quien entablo una demostrada amistad.
Se casó en 1525 con doña Elena de Zúñiga, matrimonio con el que no estuvo muy conforme, y un año más tarde conoció a doña Isabel Freyre, de quien se enamoró perdidamente y que fue una gran influencia en su obra poética.
Participó en 1535 en la Jornada de Túnez, y tras la toma de La Goleta en un combate de caballería cerca de los muros de Túnez resultó herido de dos lanzadas en la boca y en el brazo derecho.
La expedición contra Francia de 1536 a través de Provenza fue la última experiencia militar de Garcilaso. El poeta fue nombrado maestre de campo de un tercio de infantería, embarcándose en Málaga a cargo de los 3000 infantes que lo componían. Durante el temerario asalto a una fortaleza a finales de septiembre de 1536, acudiendo al combate sin armas defensivas a excepción de una rodela, en Le Muy, cerca de Fréjus, fue el primer hombre en trepar por la escala, y alcanzado por una piedra arrojada por los defensores cayó al foso gravemente herido. Trasladado a Niza, murió en esta ciudad a los pocos días.
Es la más “perfecta encarnación del ideal del cortesano renacentista” tal como lo había definido Castiglione. Fue autor de la obra poética que mayor trascendencia ha tenido en la lírica castellana. La obra poética de Garcilaso de la Vega, compuesta por 38 sonetos, 5 canciones, una oda en liras, 2 elegías, una epístola, 3 églogas, 7 coplas castellanas y 3 odas latinas, se publicó por vez primera en 1543, a modo de apéndice de las Obras de Juan Boscán.
- Diego Hurtado de Mendoza (1503 - 1575)
“Contemplar penas pasadas
presentedolor amansa,
y a veces hombre descansa
contemplando sus pisadas”
Participó junto a dos de sus hermanos en la empresa de La Goleta, donde se dice que pudo haber conocido a Garcilaso de la Vega. Del mismo modo, también se presume que formó parte de la invasión de Provenza en 1536, donde acompañó a Garcilaso en el momento de su fallecimiento.
Hablaba griego, latín, árabe, italiano y español, lo que le llevó a ser nombrado, en 1538, embajador en Venecia bajo instrucciones de Carlos I. Embajador en Roma en 1547, fue luego gobernador de Siena, donde sofocó una sublevación.
De regreso a España en 1556 recibió el hábito de la Orden de Alcántara. Tres años después en Bruselas tuvo una disputa violenta con Diego de Leiva que desembocó en su destierro a Medina del Campo por orden de Felipe II, destierro que meses después se le desplazó a Granada, donde su sobrino, el marqués de Mondéjar, le puso al frente del ejército que tuvo que combatir la sublevación de los moriscos. En Granada estuvo hasta 1574, año en que se le permitió el acceso a la Corte, si bien no a Palacio. Murió en 1575 tras serle amputada una pierna que se le había gangrenado.
Destaca su Epístola a Boscán y el poema mitológico Fábula de Hipómenes y Atalanta. Es autor, asimismo, de una reconocida historia de la Guerra de las Alpujarras basada en sus experiencias militares y políticas, que se publicó póstumamente en 1627 bajo el título "Guerra de Granada hecha por el rei de España don Philipe II, nuestro señor contra los Moriscos de aquel reino, sus rebeldes".
- Francisco de Aldana (1537 - 1578)
"Tras tanto acá y allá yendo y viniendo,
cual sin aliento inútil peregrino,
¡oh, Dios!, tras tanto error del buen camino,
yo mismo de mi mal ministro siendo"
Poeta del renacimiento que nació en 1537 en Nápoles y murió en 1578 en Marruecos en la batalla de Alcazalquivir. Compendia las virtudes humanas y literarias del renacimiento y ha sufrido un injusto olvido hasta épocas recientes.
Gran parte del conocimiento de la vida de Francisco de Aldana proviene del memorial que él mismo dirigió al rey Felipe II poco antes de su muerte. Su juventud la pasó en Florencia, entregado al estudio de las lenguas clásicas y de los autores de la antigüedad, además llegó a dominar incluso una docena de lenguas. Como su padre y su hermano, se consagró a la carrera militar, que no tardó en detestar ansiando la vida contemplativa.
Combatió como capitán en San Quintín, donde tuvo una actuación destacada. Ya general de artillería, fue enviado a Flandes en 1572 bajo el mando de Fadrique Álvarez de Toledo, hijo del duque de Alba; durante el asedio de Haarlem, donde fue herido por un mosquetazo en un pie. De vuelta en España, en 1571 fue alcaide del castillo de San Sebastián y un gran consejero y amigo del rey, Felipe II. Murió el 4 de agosto de 1578 luchando contra los musulmanes en la batalla de Alcazarquivir, como general de la infantería de la expedición de don Sebastián, aunque había desaconsejado esa empresa y estaba a disgusto con la idea.
Fue muy admirado por Francisco de Quevedo, quien le llamó «doctísimo español, elegantísimo soldado, valiente y famoso soldado en muerte y en vida». El mismo Miguel de Cervantes lo llamó «el Divino» en su obra La Galatea.
Destacan los sonetos donde revela su desengaño y disgusto por la vida militar. También son importantes la Fábula de Faetonte, la Canción a Cristo crucificado y la Epístola a Arias Montano, de inspiración neoplatónica, que ha pasado a todas las antologías de poesía en castellano como obra clásica por contenido y estilo.
- Miguel de Cervantes (1547 - 1616)
"Más vale la pena en el rostro
que la mancha en el corazón"
Nuestro “Príncipe de los Ingenios” es quizá uno de los mejores ejemplos del poeta-soldado del Siglo de Oro. Nació en Alcalá de Henares en 1547 y murió en 1616. Fue novelista, poeta, dramaturgo y soldado español. Es ampliamente considerado una de las máximas figuras de la literatura española. Fue el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que lo llevó a ser mundialmente conocido y a la cual muchos críticos han descrito como la primera novela moderna, así como una de las mejores obras de la literatura universal, cuya cantidad de ediciones y traducciones solo es superada por la Biblia.
En 1570 se alistó en la compañía de Diego de Urbina, en el Tercio de Moncada y, al año siguiente, vivió una de las experiencias más dramáticas de su vida: la batalla de Lepanto "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros" formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria. Un trozo de plomo le secciono un nervio la mano izquierda perdiendo movimiento en ella. Seria conocido desde entonces como "el manco de Lepanto".
Cervantes reanudó su vida militar, en 1572. Tomó parte en las expediciones navales de Navarino (1572), Corfú, Bizerta y Túnez (1573). En todas ellas bajo el mando del capitán Manuel Ponce de León y en el aguerrido tercio de Lope de Figueroa. Durante su regreso desde Nápoles a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por Mami Arnaute hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo en 1575. Fueron capturados y llevados a Argel. En los casi cinco años de aprisionamiento, Cervantes trató de escapar en cuatro ocasiones. Fue liberado, en 1580, por los padres trinitarios por una cantidad de 500 escudos.
A su vuelta a España escribiría, entre otras, la obra cumbre de las letras españolas y, quizá, de la literatura universal: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. En 1616, Cervantes cayó enfermo de hidropesía o de diabetes, y el 22 de abril, Cervantes fallece en su casa en la calle del León, en Madrid. A pesar de su éxito, Cervantes fracasó en su intento de vivir de sus libros por lo que se vio obligado a dedicarse a diversas ocupaciones, como las de comisario de abastos y recaudador de impuestos.
Otras novelas destacadas del autor son: “La Galatea” de 1585; “Novelas ejemplares” de 1613; y “Los
trabajos de Persiles y Sigismunda” de 1617.
Lope Félix de Vega y Carpio nació en Madrid en el año 1562. Fue niño precoz ya que desde la tierna infancia demostró facilidad para las letras, escribiendo tanto en español como en latín poesías, traducciones y primeras comedias. Estudió en el Colegio Imperial de los Jesuitas y posteriormente estudió en la Universidad e incluso se ordenó como sacerdote, influenciado por el Obispo de Ávila.
Vivió una vida de pasiones intensas, desde su enamoramiento a los diecisiete años, de Elena Osorio, hasta sus varios matrimonios, deslices y aventuras, y en intermedios se volcó al sacerdocio, pues profesaba a la vez una profunda fe religiosa.
Aunque de cuna humilde, su destreza literaria lo llevó a codearse con la nobleza de la época. Tuvo amistades cortesanas influyentes y perteneció a varias congregaciones religiosas, lo que le valió ingresos y su título de Fray que se suele anteponer a su nombre.
Lope de Vega luchó en numerosas batallas, entre otras, en la desafortunada Felicísima Armada y en la batalla naval de las Azores, la primera gran contienda de la Historia entre galeones en la que, a las órdenes de Don Álvaro de Bazán, España consiguió una aplastante victoria frente a la escuadra franco-portuguesa. En uno de sus poemas, llegó a plasmar su orgullo militar:
“Ceñí en servicio de mi rey la espada/ antes que el labio ciñe el bozo/ que para la católica jornada/ no se excúsele generoso mozo/ De pechos sobre una torre/ que la mar combate y cerca/ mirando las fuertes naves/ que se van a Inglaterra/ Las aguas crece Belisa/ llorando lágrimas tiernas”.
Falleció en Madrid en 1635 y sus restos depositados en la Iglesia de San Sebastián.
Lope de Vega destaca sobre todo como autor de teatro y es el verdadero creador del teatro nacional desarrollando el substrato, los intentos previos de dramaturgos anteriores.
Su producción dramática fue enorme y podemos decir que fue el autor más fecundo de la literatura española y, quizá, universal. Publicó unas 1800 comedias además de los autos; él mismo se refiere a 1500 obras. De ellas se han conservado 426 comedias y 42 autos, número que basta para justificar el título de "monstruo de la naturaleza" que le atribuyó Cervantes. La popularidad de Lope en vida probablemente no tenga paralelo en ningún otro escritor de cualquier país. La fama había convertido su persona en símbolo de lo bueno y maravilloso, de modo que para ponderar cualquier obra de arte o hasta el producto más vulgar se decía que era de Lope. Se cuenta que la gente se paraba en la calle y le aplaudía al verle pasar. Incluso tuvo que intervenir la Inquisición ante una irreverente parodia del Credo que decía: "Creo en Lope de Vega todo poderoso, poeta del cielo y la tierra."
- Francisco de Quevedo (1580 - 1645)
“La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió”
Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, más conocido como Francisco de Quevedo, nació en Madrid el 17 de septiembre de 1580, y falleció en Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645.
Conocido sobre todo por su enemistad con el célebre poeta barroco Luis de Góngora, por su defensa del conceptismo como estilo literario y sus múltiples trifulcas políticas, es uno de los poetas y prosistas más importantes de la lengua española.
Nacido en el seno de una familia aristócrata, estuvo ligado a la corte y a las altas esferas del poder a lo largo de toda su vida. Se educó en el Colegio Imperial de los jesuitas, y posteriormente en las Universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, centrándose en la teología y los idiomas.
Su amistad con el duque de Osuna, y más tarde con el Conde-Duque de Olivares fomentaron su prestigio, llegando a ser Caballero de la Orden de Santiago, si bien tuvo varias caídas en desgracia que lo empujaron al destierro en varias ocasiones.
Finalmente, debido a los casos de corrupción que rodeaban al Conde-Duque y las sospechas de éste hacia el autor, fue encerrado en una pequeña celda del convento de San Marcos, del que salió con la salud muy afectada, retirándose definitivamente a la Torre de Juan Abad, desde donde se trasladó a Villanueva de los Infantes, donde murió.
A pesar de su cojera, prestó servicios como espía para la Corona a las órdenes del Conde de Osuna, que en 1618 lo utilizó en su malogrado intento de anexionar Venecia a la corona española. Ante el fallido intento, Francisco de Quevedo fue descubierto y se vio obligado a huir haciéndose pasar por mendigo.
Su vida y su obra están plagadas de anécdotas de armas y pasó a la Historia como un certero atacante, no sólo a través de la espada sino también empleando la pluma. Una de las más famosas fue el encuentro que mantuvo con el maestro de armas Luis Pacheco de Narváez.
Quevedo se hallaba en casa del maestro de armas hablando de uno de sus libros, Cien conclusiones sobre las armas, cuando afirmó que uno de los movimientos del libro de Narváez era erróneo, ya que se podía contraatacar. El maestro le respondió que la matemática estaba de su parte, ya que la geometría de la esgrima era demostración suficiente.
Quevedo le retó a demostrarlo a espada desenvainada. Ante la presión de la multitud reunida en casa del maestro, finalmente desenvainaron. Quevedo superó el movimiento “insuperable”, golpeando el sombrero de Pacheco. Este quedó humillado y pasó toda su vida enemistado con el escritor.
Otra de los sucesos que alimentan el anecdotario de Francisco de Quevedo en relación a las armas, fue el sucedido el Jueves Santo de 1611 en esta plaza de San Martín de Madrid.
Cuando asistía a misa en la próxima parroquia de San Ginés, Quevedo contempló cómo un asistente a los oficios daba una bofetada a una dama que también se encontraba allí. El genial escritor se implicó inmediatamente en el suceso, inicialmente con palabras y después sacando al agresor a la calle… probablemente a fuerza de golpes e improperios. Ya en esta plaza, el escritor y su contrincante decidieron zanjar la discusión mediante el empleo de sus armas. Quevedo asestó al agresor una punzada mortal con su florete.
Una placa situada en el lugar en el que se produjo el duelo, nos recuerda este lance en el que Francisco de Quevedo defendió el honor de una dama.
Frente a sus textos satíricos y burlones, desde sus letrillas y sonetos, pasando por su prosa picaresca, como puede apreciarse en su obra más conocida "Historia de la vida del Buscón llamado Don Pablos", destaca su poesía más seria que refleja su temática reincidente centrada en el tiempo y la muerte. También trató el ensayo político y filosófico ("La cuna y la sepultura") y fue un asiduo traductor y crítico literario.
- Calderón de la Barca (1600 - 1681)
"Quien vive sin pensar no puede decir que vive"
Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600 de familia hidalga. Se educó en el Colegio Imperial de los Jesuitas en Madrid, en el que se familiarizó con los poetas clásicos latinos. En 1614 se matricula en la Universidad de Alcalá y, el año siguiente, en Salamanca, donde estudió Cánones y Derecho hasta 1620.
Fue soldado en la juventud y sacerdote en la vejez, lo que era bastante habitual en la España de su tiempo. En sus años jóvenes su nombre aparece envuelto en varios incidentes violentos, como una acusación de homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas. De su vida militar existen pocas noticias, aunque consta que tomó parte en la campaña para sofocar la rebelión de Cataluña contra la Corona (1640).
Contrasta lo impulsivo y mundano de su juventud con lo reflexivo de su madurez. En 1642 pide su retiro como militar y entra al servicio del duque de Alba. Goza, desde entonces de un período de tranquilidad para la creación literaria. En 1651 recibe las órdenes sacerdotales y se traslada a Toledo como capellán de los Reyes Nuevos.
Vuelve en 1663 a Madrid por orden de Felipe IV que le nombra capellán de honor. Murió en Madrid el 25 de mayo de 1681.
Posee una temática rica en matices éticos, morales y filosóficos, trata temas como: el honor, la libertad y el poder. Por otro lado, entre sus estilos destacan tendencias barrocas como: el gongorismo y el conceptismo. Hace uso de innumerables figuras como: correlaciones y paralelismos, contrastes, hipérboles y en la conformación de los personajes, comparaciones.
Entre sus obras más destacadas, podemos señalar: “El Gran Teatro Del Mundo”, “La Cena Del Rey Baltasar” y “El Divino Cazador”.
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